Por Hadeel Al Sayegh, Andres Gonzalez y Belén Carreño

DUBÁI/MADRID, 8 sep (Reuters) - José María Álvarez-Pallete, presidente y consejero delegado de la endeudada empresa española de telefonía e internet Telefónica, recibió esta semana una llamada inesperada cuando se encontraba en Silicon Valley para reunirse con empresas e inversores en la capital tecnológica de Estados Unidos.

Se enteró de que el mayor operador de telecomunicaciones de Arabia Saudita, STC Group, iba a convertirse en el mayor accionista de Telefónica, con una participación del 9,9%. Pocas horas después de la llamada del martes, Álvarez-Pallete se dirigía a Riad, según personas conocedoras de la situación.

STC había pasado meses gestando la toma de la participación de 2.100 millones de euros (2.250 millones de dólares), dijeron las fuentes consultadas, que solicitaron el anonimato debido a lo delicado del asunto. La operación es un voto de confianza en Telefónica, sobre la que pesa una deuda de miles de millones de dólares, mientras que STC adquiere experiencia para modernizar la infraestructura de telecomunicaciones saudí.

Pero a algunos en España les preocupa que el acuerdo pueda dar a Arabia Saudita demasiada influencia sobre la infraestructura de telecomunicaciones e internet del país.

STC es propiedad en un 64% del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita (PIF, por sus siglas en inglés), el principal motor de la iniciativa Visión 2030 del príncipe heredero Mohamed bin Salman para crear participaciones en diversas empresas globales y desligar a la economía saudí de su dependencia del petróleo que la convirtió en una de las naciones más ricas del mundo.

STC espera que los lazos con Telefónica le ayuden a desarrollar ciudades digitales en Arabia Saudita, importando conocimientos tecnológicos de países como España, según una fuente que había asesorado a la empresa. Para Telefónica, cuyo valor de mercado se ha hundido a un tercio de su nivel de hace ocho años, la inversión ofrece un respiro a los sufridos accionistas.

Mientras los competidores de Telefónica reducían drásticamente los precios para atraer a los internautas, la empresa española también se endeudaba para invertir en nuevas redes de telefonía móvil e internet. Para agravar los problemas, Telefónica se había expandido en América Latina, donde la debilidad de las divisas locales, el endurecimiento de la regulación y la competencia han mermado los beneficios en la última década.

"Esto proporciona un impulso muy necesario para Telefónica, dada la enorme inversión para desplegar fibra de banda ancha 5G en mercados clave", dijo un analista de PP Foresight.

El nuevo inversor "aporta confianza y valor", reconoció el jueves el principal sindicato de Telefónica, UGT, que no obstante mostró su preocupación por la creciente influencia de los fondos soberanos procedentes de teocracias.

Telefónica no ve a STC como un inversor agresivo que vaya a buscar cambios en la gestión, según una fuente con conocimiento del pensamiento de la dirección.

Pero el secretismo con el que STC construyó su participación cogió desprevenidos a algunos observadores, dijo la persona.

El año pasado, la dirección de Telefónica se reunió en dos ocasiones con otras empresas y fondos de Oriente Medio, según personas familiarizadas con el asunto.

Telefónica dijo que fue informada el martes de la inversión de STC, después de que las empresas se hubieran familiarizado más en los últimos meses. En febrero, sellaron una alianza estratégica para trabajar en campos como la ciberseguridad y el metaverso.

En mayo, STC había contratado asesores, entre ellos el banco de inversión Morgan Stanley y el bufete de abogados Linklaters, y empezó a comprar acciones de Telefónica en el mercado, dijeron otras dos fuentes conocedoras de la operación.

Cuando la participación se acercó al 3%, STC detuvo las compras de acciones para evitar tener que hacer una declaración oficial en el mercado, dijo una de las personas. STC trató de mantener la participación en secreto hasta que pudo comprar al menos el 9,9% de Telefónica, dijo la persona.

El martes, STC alcanzó ese objetivo, después de adquirir una participación adicional del 2% de inversores no revelados, dijo una de las personas. El resto, un 5%, consiste en derivados contratados por Morgan Stanley y está pendiente de la aprobación regulatoria del Gobierno español, añadieron.

Motaz Al Angari, director de inversiones de STC y antiguo banquero de Morgan Stanley, es uno de los principales implicados en la operación, según una de las personas conocedoras de la situación. STC confirmó su participación. Durante su estancia en el banco, Al Angari asesoró al gigante Saudi Aramco en su salida a bolsa.

Representantes de STC declinaron hacer más comentarios. Morgan Stanley y Linklaters declinaron hacer comentarios. Telefónica dijo: "Nuestros equipos de gestión, estrategia e inversión viajan regularmente para reunirse con inversores potenciales, no sólo en Oriente Medio, sino en todo el mundo".

En un intento de reducir su deuda, Telefónica ha vendido gran parte de su infraestructura de telecomunicaciones y presentará el 8 de noviembre un nuevo plan estratégico centrado en el crecimiento del flujo de caja libre, que, según su consejero delegado, podría alcanzar los 4.000 millones de euros este año.

STC tiene una pila de efectivo de 22.400 millones de riales (6.000 millones de dólares) que ha sido infrautilizada durante muchos años, dijeron analistas de renta variable de EFG Hermes en una nota a clientes, por lo que el acuerdo también debería ser bueno para la empresa saudí. Sin embargo, advirtieron de que las "operaciones fallidas" de STC en el pasado podrían preocupar a algunos.

Los inversores de Oriente Medio llevan tiempo tomando participaciones en empresas españolas. El fondo soberano de Emiratos Árabes Unidos Mubadala posee participaciones en la petrolera Cepsa y en la operadora de gasoductos Enagás, mientras que la qatarí QIA es accionista de Iberdrola.

"Quieren que sus campeones locales se conviertan en actores globales", afirma un banquero del golfo Pérsico. "Con el tiempo llegarán a ser tan importantes como la propia Vodafone o Telefónica".

(1 dólar estadounidense = 0,9348 euros)

(Reporte adicional de Inti Landauro y Tomás Cobos en Madrid y Amy-Jo Crowley y Pablo Mayo en Londres; escrito por John O'Donnell y Anousha Sakoui; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)