Su reputada experiencia técnica al otro lado del Atlántico se combina con un excelente historial de crecimiento en los últimos veinte años, en los que tanto las ventas como los beneficios de explotación se han triplicado.

Sin embargo, la actividad sigue siendo intensiva en capital. En el último ciclo de diez años, por ejemplo, la inversión en activos fijos absorbió todo el flujo de caja operativo, que ascendió a la friolera de 60.000 millones de dólares en ese periodo.

Por tanto, TC Energy ha recurrido a los mercados de capitales para recaudar 40.000 millones de dólares -tres cuartas partes de ellos en los mercados de crédito- para financiar los 15.000 millones invertidos en adquisiciones y los 20.000 millones repartidos en dividendos entre 2014 y 2023.

Por su parte, el sacrosanto dividendo ha aumentado año tras año, casi cuadruplicándose en el espacio de veinte años. Es de esperar que el actual reparto sea cómodamente sostenible si cesa la inversión en crecimiento; este es el primer gran riesgo que asumen los accionistas canadienses.

De ser así, el rendimiento del 7% no deja de ser atractivo si se tiene en cuenta que el tipo de interés de los bonos a diez años es del 4%. Una bajada de los tipos haría aún más atractivo este rendimiento.

Por otra parte, una subida de tipos provocada por una política monetaria más restrictiva -motivada, por ejemplo, por una inflación persistente- provocaría una fuerte compresión de la valoración; éste es el segundo gran riesgo asumido por los accionistas.