En las últimas semanas, algunos bancos han recibido mandatos de empresas chinas que estudian activos australianos, mientras que otros negociadores afirman que están recibiendo consultas de potenciales compradores de la segunda economía mundial.

Sin embargo, los indicios son aún provisionales y el marco de inversión extranjera de Australia probablemente dejaría fuera a los compradores chinos de sectores como las telecomunicaciones, la defensa y los minerales críticos que se consideran sensibles para la seguridad nacional.

"Estamos empezando a ver brotes verdes en el interés chino por las fusiones y adquisiciones entrantes, pero todavía no estamos ni cerca de los niveles prepandémicos", afirmó Lawrence Mendes, socio del bufete de abogados global Baker McKenzie.

El gobierno laborista de Australia, que lleva seis meses en el poder, está tratando de reparar las tensas relaciones diplomáticas con China tras los enfrentamientos de los últimos años por el comercio, la influencia en el Pacífico Sur y los orígenes de la pandemia de COVID-19.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, el mes pasado al margen de la cumbre del G20 en Indonesia, lo que aumentó las expectativas de estrechar los lazos bilaterales.

En una señal del renovado interés chino por Australia, la empresa china Tianqi Lithium Corp declaró el martes que estaba explorando oportunidades de inversión en el floreciente sector australiano de los minerales para baterías.

Mendes dijo que su bufete de abogados había estado recibiendo consultas de empresas chinas sobre las condiciones y los plazos de aprobación de la Junta de Revisión de Inversiones Extranjeras (FIRB).

No obstante, añadió que el enfoque del regulador tendrá un "impacto significativo" en el apetito de los inversores chinos.

Australia dio a conocer en 2020 la mayor sacudida de sus leyes de inversión extranjera en casi medio siglo para garantizar un mayor escrutinio de las empresas cuando pujen por activos sensibles, independientemente del tamaño de la operación.

La actividad de fusiones y adquisiciones entre China y Australia alcanzó su punto álgido hace una década, cuando los inversores chinos gastaron 10.300 millones de dólares en 2013, con objetivos que iban desde granjas lecheras y propiedades comerciales hasta cadenas de cines.

Pero los lazos políticos se tensaron en los últimos años y los acuerdos se secaron: la inversión china en Australia cayó más de un 50% hasta unos 12.000 millones de dólares australianos (8.860 millones de dólares) en los últimos cuatro años.

El director de la FIRB australiana, Bruce Miller, declaró en una conferencia el mes pasado que esperaba un repunte de las solicitudes de inversión procedentes de China después de que escasearan en los últimos tres o cuatro años.

Sin embargo, es probable que cualquier inversión se dirija a activos en sectores no sensibles, después de que en el pasado se produjeran importantes represalias cuando las empresas chinas intentaron comprar proyectos relacionados con los intereses nacionales de Australia.

Las empresas australianas de los sectores de los recursos naturales y la agricultura podrían ser objetivos de las inversiones chinas, según Mathew Hodge, director de investigación de renta variable para Australia y Nueva Zelanda de Morningstar.

"Los proyectos que requieren un uso intensivo de capital y a gran escala pueden ser el objetivo de las inversiones chinas, siempre que no sean de interés estratégico o nacional", dijo Hodge.