Algunos responsables políticos del Banco Central Europeo se sentían inquietos por la reciente evolución de la inflación cuando recortaron los tipos de interés el mes pasado y temían que cualquier nuevo retraso en la consecución del objetivo resultara costoso, según mostraron el jueves las cuentas de su reunión del 5 y 6 de junio.

El BCE recortó los tipos de interés en esa reunión y señaló que es probable que se produzca una mayor relajación, pero mantuvo abierto el calendario de los movimientos posteriores, dejando a los inversores adivinar si uno o dos recortes más pueden ser apropiados este año.

Los responsables políticos han dejado claro en las últimas semanas que no se producirá ningún cambio en la reunión del BCE del 18 de julio, dados los costes obstinadamente elevados de los servicios, pero septiembre sigue siendo una posibilidad.

"Algunos miembros consideraron que los datos disponibles desde la última reunión no habían aumentado su confianza en que la inflación convergiera hacia el objetivo del 2% en 2025", dijeron las cuentas.

"Por lo tanto, cualquier nuevo retraso en la vuelta de la inflación al objetivo podría hacer más difícil seguir anclando las expectativas de inflación en el futuro", coincidieron algunos miembros. "Todo esto sugería que la última milla, como fase final de la desinflación, era la más difícil".

Los inversores ven ahora unos 43 puntos básicos de recortes de tipos en lo que queda de año y unos 110 puntos básicos de movimientos -o entre cuatro y cinco recortes- para finales de 2025. Eso situaría el tipo de depósito del 3,75% cerca de la horquilla del 2,0% al 2,5% considerada por muchos como una postura política "neutral".

La principal preocupación es que la inflación sigue siendo demasiado agitada para que el BCE pueda estar seguro de que caerá al 2% a finales de 2025, como se prevé ahora. El crecimiento de los salarios sigue siendo elevado y la escasez en el mercado laboral exacerba los temores de que persistan las presiones sobre los ingresos.

Eso podría, a su vez, perpetuar la inflación interna y fijar el crecimiento general de los precios por encima del objetivo del 2% del BCE.

Pero los acuerdos salariales plurianuales ya alcanzados por los sindicatos están reforzando las expectativas de que los aumentos salariales se sitúen en una pendiente descendente, acercándose desde la horquilla del 5-6% al 3% que el BCE considera coherente con su objetivo de inflación.