Europa está dispuesta a desafiar al sector privado para que desarrolle cohetes y una nueva generación de empresarios espaciales, declaró el lunes su máximo responsable espacial, dando un paso tentativo para igualar el crecimiento desbocado de SpaceX, el rival de Elon Musk.

El responsable de la Agencia Espacial Europea hablaba al inicio de dos días de conversaciones ministeriales en Sevilla, España, sobre los esfuerzos para apuntalar los tambaleantes programas europeos de lanzadores e impulsar las actividades de exploración humana y robótica.

"El reto de los lanzadores... estimulará nuevos servicios europeos de transporte espacial comercial", dijo el Director General Josef Ashbacher a los ministros de las 22 naciones de la agencia.

"Reducirá el coste de la financiación pública y estimulará un nuevo mercado para los empresarios espaciales europeos".

Los comentarios reflejan semanas de negociaciones previas en las que se han equilibrado los intereses de las principales naciones espaciales europeas, entre ellas Alemania, que desea promover la competencia para fomentar su floreciente sector de empresas emergentes de minilanzaderas.

Estos proyectos comenzarían con una nueva generación de minilanzadores, pero podrían influir en el marco de los futuros sustitutos de los lanzadores pesados europeos Ariane 6 y Vega-C, en los que la ESA actuaría como cliente más que como líder.

La "Cumbre Espacial" de dos días se celebra mientras Europa se enfrenta a una crisis más inmediata sobre el acceso al espacio tras los retrasos del nuevo cohete Ariane 6, combinados con la inmovilización del más pequeño Vega-C y la interrupción del acceso al Soyuz ruso debido a la guerra en Ucrania.

"La primera prioridad es que Ariane 6 realice su vuelo inaugural lo antes posible y que Vega-C vuelva a la plataforma de lanzamiento", declaró Aschbacher a los ministros. Vega-C quedó en tierra tras un fallo en el lanzamiento a finales del año pasado.

A más largo plazo, los ministros se enfrentan a tensiones sobre la política de lanzadores, incluida la financiación de Ariane 6, dirigido por Francia, cuyo primer lanzamiento está previsto para 2024, con cuatro años de retraso sobre el calendario previsto.

Los delegados afirmaron que Francia ha presionado para obtener más apoyo para aliviar la presión financiera sobre un futuro lote de lanzamientos de Ariane 6 e Italia quiere más autonomía en su proyecto Vega-C.

ACUERDO SOBRE LANZADORES

Francia es la sede de la empresa conjunta Airbus-Safran ArianeGroup, que construye el Ariane 6, y su agencia espacial también dirige el centro europeo de lanzamientos de Kourou, en la Guayana Francesa.

Italia dijo el lunes que había acordado las líneas generales de un acuerdo con Francia y Alemania, que podría llevar a que Vega-C fuera operado de forma independiente por el fabricante italiano Avio, además de los acuerdos actuales llevados a cabo por Arianespace.

Personas familiarizadas con las discusiones dijeron que los planes, que no se han concretado, podrían implicar un periodo transitorio durante el cual las responsabilidades se compartirían con Arianespace.

Antes de la reunión, Aschbacher instó a Europa a no quedarse rezagada en el sector espacial como le había ocurrido en los sectores tecnológicos.

Europa se ha labrado un papel de liderazgo en la observación climática y científica, pero rara vez ha apuntado a un papel principal en la exploración humana, optando en cambio por un papel secundario en proyectos liderados por la agencia espacial estadounidense NASA o, hasta hace poco, por Rusia.

Se esperaba que los ministros debatieran una propuesta de la ESA para invitar a la financiación privada de un posible avión espacial diseñado para transportar carga hacia y desde la Estación Espacial Internacional.

El proyecto podría adaptarse con el tiempo para incluir vuelos humanos, según Aschbacher. Hasta ahora, sin embargo, la idea depende de fondos limitados completados con contribuciones privadas.

La propuesta se hace eco del avión espacial Hermes, que nunca salió de la mesa de dibujo. La respuesta europea al transbordador espacial estadounidense se diseñó para transportar a tres astronautas, pero se desechó en 1992. (Reportaje de Tim Hepher; edición de Robert Birsel y Barbara Lewis)