Carrier, con sede en Florida, dijo el martes que compraría el negocio de Viessmann, que fabrica calderas de calefacción y bombas de calor, en una operación de 12.000 millones de euros (13.200 millones de dólares) en efectivo y acciones.

Las bombas de calor desempeñan un papel clave en el impulso del gobierno alemán para calentar los hogares con energía renovable, parte de ambiciones más amplias para llegar a ser neutros en carbono en 2045.

La capacidad de producción se ampliará con el acuerdo, lo que abaratará las bombas de calor, dijo Habeck en Berlín.

Carrier cuenta con un aumento de la demanda como resultado del impulso ecológico, afirmando en un comunicado que el mercado de bombas de calor en Europa se triplicará hasta alcanzar los 15.000 millones de dólares en 2027.

El acuerdo fue acogido con cautela por algunos políticos y asociaciones, y el canciller Olaf Scholz lo consideró positivo, en principio, según un portavoz.

Britta Hasselmann, líder del partido de Los Verdes en el parlamento, advirtió contra una repetición de los errores cometidos en la construcción de la industria solar alemana, que emigró en gran parte a China después de que se agotaran las subvenciones.

El sindicato IG Metall, que representa a los trabajadores del sector industrial en la mayor economía de Europa, pidió al gobierno que vincule las subvenciones, adjudicaciones y concursos públicos a criterios vinculantes que garanticen que las inversiones se quedan en Alemania.

(1 dólar = 0,9022 euros)