WASHINGTON, 8 ene (Reuters) -El presidente Joe Biden se dirigía el domingo a la frontera entre Estados Unidos y México por primera vez desde que asumió el cargo hace casi dos años, abordando uno de los asuntos con mayor carga política.

Biden anunció el jueves nuevos planes para bloquear la entrada de inmigrantes cubanos, haitianos y nicaragüenses en la frontera entre Estados Unidos y México, ampliando el abanico de nacionalidades sujetas a ser expulsadas a México, pero no se anticipan nuevos anuncios.

Su objetivo es demostrar que se está tomando el asunto en serio, poner fin a las persistentes preguntas sobre cuándo tiene previsto realizar la visita, estrechar las relaciones con la patrulla fronteriza y, eventualmente, tener otra oportunidad de presionar al Congreso para que apruebe leyes que arreglen un sistema que no funciona.

Sin embargo, el reciente control que los republicanos consiguieron de la Cámara de Representantes bloquea las perspectivas de cualquier arreglo legislativo, lo que deja a Biden con pocas opciones.

"El viaje supone el reconocimiento de que se trata de un asunto serio, con dificultades reales, pero que sólo se resolverá con la ayuda de los republicanos", dijo Karen Finney, consultora demócrata.

Los republicanos han usado continuamente la cuestión fronteriza como un garrote contra Biden, culpándole de no haber tomado medidas más enérgicas. La escasa mayoría republicana en la Cámara de Representantes, que da mayor influencia a los partidarios de la línea dura, deja pocas esperanzas de alcanzar un acuerdo.

El legislador republicano Jim Jordan dijo el domingo a Fox News que su partido podría ayudar a los demócratas, pero solo si Biden adopta las políticas del expresidente Donald Trump, las que incluían separar a los niños de sus padres.

"Han permitido una situación en la que, francamente, ahora ya no tenemos frontera", dijo Jordan.

Se espera que Biden, acompañado por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, se reúna en la frontera con legisladores, funcionarios locales y líderes comunitarios.

Mayorkas afirmó el domingo que dos de los elementos clave que han provocado el alza de la inmigración a Estados Unidos, las crisis internacionales y el estancamiento legislativo, escapan al control del presidente.

"Nos enfrentamos a un sistema de inmigración fallido que el Congreso lleva décadas sin reparar", declaró al programa "This Week" de ABC News.

La Casa Blanca dijo que Biden evaluará las operaciones de control fronterizo en El Paso, donde el alcalde demócrata declaró el estado de emergencia el mes pasado, aludiendo a los cientos de inmigrantes que duermen en las calles a bajas temperaturas y a los miles que son detenidos cada día.

Las autoridades fronterizas estadounidenses detuvieron a un número récord de 2,2 millones de inmigrantes en la frontera con México en el año fiscal 2022, que terminó en septiembre, pero el total incluye a personas que intentaron cruzar varias veces.

El esfuerzo de Biden por intentar frenar la ola de migrantes ha suscitado críticas desde todos los frentes. Activistas de derechos humanos y algunos demócratas dicen que las nuevas restricciones son un retroceso de la promesa de campaña de Biden en 2020 de restaurar los derechos históricos de los solicitantes de asilo.

Y aunque ha recibido elogios de algunos grupos empresariales estadounidenses desesperados por resolver la acuciante escasez de mano de obra, es probable que la política desencadene acciones legales tanto de quienes están a favor de restringir la inmigración como de los defensores de los solicitantes de asilo.

Biden abrió el jueves vías legales limitadas de entrada al país para cubanos, nicaragüenses y haitianos, al tiempo que pidió al Congreso que promulgue una reforma integral, algo que el órgano legislativo estadounidense lleva décadas postergando.

Tras la visita a El Paso, Biden viajará a México para reunirse con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, unas conversaciones en las que también se abordarán cuestiones de inmigración.

UN PROBLEMA QUE NO DESAPARECERÁ

Los republicanos, furiosos por la reversión de Biden de algunas políticas de cierre de fronteras del expresidente Donald Trump, han aprovechado los cruces récord, las muertes de migrantes y los informes de alijos de fentanilo por la frontera para exigir la destitución del secretario de Seguridad Nacional de Biden, Alejandro Mayorkas.

Algunos republicanos proTrump de línea dura, que finalmente ayudaron a elegir a Kevin McCarthy como presidente de la Cámara el sábado, han presionado para que la cooperación con los demócratas sea nula.

"Es un problema que no va a desaparecer, y él tiene que mitigarlo o quitarlo de la mesa para las próximas elecciones", dijo un demócrata de alto rango a Reuters. "Biden tiene que abordar el tema en lugar de dejar que los opositores dominen la narrativa".

Biden envió al Congreso un plan de reforma de la inmigración en su primer día en el cargo, pero no ha cuajado por la oposición de los republicanos del Congreso, que también bloquearon su petición de 3.500 millones de dólares para reforzar la vigilancia fronteriza.

Los estadounidenses suspenden a Biden en política de migración, según las encuestas.

Un promedio de encuestas recogidas por Real Clear Politics muestra que el 37% del público desaprueba la gestión de Biden en materia de inmigración, una cifra inferior a su índice de aprobación general.

Los demócratas señalan que esta cuestión ha sido un problema para presidentes de ambos partidos.

"No es algo que haya surgido en los dos últimos años. Lleva 30 años gestándose y es el resultado de una mezcla de políticas demócratas y republicanas", dijo Jennifer Holdsworth, estratega demócrata.

"El electorado está cansado de las locuras y los discursos. Quieren soluciones serias".

(Reporte de Jarrett Renshaw y Andrea ShalalEditado en español por Javier López de Lérida)