Unos días más tarde, su archirrival Boeing desveló una visión similar, aunque algo más ambiciosa: 48.575 aviones en circulación en 2042, de los que 42.595 se fabricarán para entonces. Esto debería dificultar un poco más el objetivo del sector de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Sin embargo, el despliegue de aviones de nueva generación debería ayudar al proceso: los últimos aparatos consumen hasta un 25% menos de parafina que sus predecesores. 

¿De dónde vendrá la demanda? Principalmente de Asia. Se espera que China absorba el 20% de los aviones, Eurasia el 21% y Asia-Pacífico el 22%, es decir, dos tercios de los aviones que se produzcan para la región. América del Norte debería absorber el 23% de la producción. Además, se espera que el aumento del PIB mundial incorpore 500 millones de personas más a la clase media, y el mismo número de viajeros potenciales. Por último, el sector prevé un fuerte crecimiento de las aerolíneas de bajo coste y de los vuelos nacionales y de corta distancia. 

Aunque la industria aérea está encantada con estas perspectivas, no parecen abordar la urgente necesidad de proteger la biodiversidad. A modo de recordatorio, se calcula que las poblaciones de aves del continente europeo han disminuido un 25% en los últimos cuarenta años, y que Europa pierde una media de 20 millones de aves al año, aunque este declive no se atribuya únicamente a la explosión del tráfico aéreo, sino a una combinación de factores humanos. Esperemos que en el futuro nuestras aves favoritas aprendan a llevar casco antes de surcar los cielos, cada vez más abarrotados.

 

Dibujo de Amandine Victor para MarketScreener