Por Stella Yifan Xie 
    THE WALL STREET JOURNAL 
 

HONG KONG -- Pese a la sólida evolución económica en la segunda mitad del año, los responsables de la política monetaria de China podrían caminar por una delgada línea entre el apoyo al crecimiento en medio de las mayores presiones bajistas y dejar a la economía que siga su curso mientras se afrontan los desafíos a largo plazo.

China anunció que su economía se expandió un 7,9% entre abril y junio respecto al mismo intervalo del año previo. Las cifras mensuales de producción industrial, ventas minoristas, inversión en activos fijos y empleo urbano cumplieron o superaron las expectativas en junio, lo que mantiene al país en el buen camino para alcanzar el objetivo oficial de crecimiento anual del 6% o más.

Promediando el ritmo de expansión de los últimos dos años para excluir distorsiones estadísticas provocadas por la pandemia, la economía china registró un crecimiento del 5,5% en el segundo trimestre, por encima de la tasa media del 5% del primero, acercándose así a la tendencia previa a la pandemia.

Pero bajo ese robusto crecimiento subyacen riesgos cada vez mayores para la economía como una menor demanda de productos chinos, una ralentización de las inversiones en los sectores manufacturero e inmobiliario y la amenaza de rebrotes del Covid-19 que podrían lastrar al consumo interno.

La recuperación económica de China además no es equilibrada, ya que la demanda interna languidece mientras que la producción industrial y las exportaciones son los motores del crecimiento.

"No hay un catalizador 'claro' en la economía nacional para impulsar la futura expansión", comenta Betty Wang, economista para china de ANZ, aunque agrega que las exportaciones podrían no cumplir las predicciones que apuntan a una desaceleración pese a llevar más de un año comportándose de manera sobresaliente.

La cuestión ahora es si Pekín está cómodo con que la economía vaya a un ritmo más lento.

En ocasiones las autoridades chinas han sugerido que no están preocupadas por una desaceleración, poniendo énfasis en la importancia de evitar inversiones menos eficientes diseñadas para espolear el crecimiento a cualquier coste. Ahora que la recuperación se asienta en pilares sólidos y saca bastante ventaja a la del resto del mundo, algunos economistas señalan que Pekín ha visto una ventana de oportunidad para abordar los problemas estructurales a largo plazo como la elevada deuda, la baja productividad, los temores demográficos y el cambio climático.

No obstante, Pekín podría verse forzado a actuar si la situación empeora más rápido de lo esperado. La semana pasada, el banco central de China inyectó más liquidez en el sistema financiero en gran parte para apoyar a las pequeñas empresas, aunque antes había prometido evitar dar "un giro radical" en su política monetaria.

Apenas unos meses atrás, China fue la primera gran economía que retiró los estímulos por la pandemia. Los economistas de ING y Natixis prevén que el banco central del país recortará nuevamente el ratio de requisito de reservas para los bancos después de que ya lo hiciera la semana pasada.

Los intentos de China por afinar su política monetaria sugieren que sigue dividida sobre si orientarse de forma clara hacia una mayor relajación o hacia un endurecimiento, indica Bruce Pang, responsable de macroeconomía y análisis estratégico de China Renaissance Securities.

Wei He, economista de la firma de análisis Gavekal Dragonomics, considera que la nueva liquidez del banco central es una señal de relajación monetaria obvia, pero también cree que es improbable que China ajuste los tipos de interés en el corto plazo. "La presión bajista es en gran medida manejable", opina.

El ritmo de cualquier ralentización de la actividad podría determinarse por varios factores que se vigilan de cerca, como la demanda de exportaciones, la inversión inmobiliaria y el gasto de los consumidores.

El sector exportador chino ha contado durante meses con el impulso de la pujante demanda de los consumidores occidentales de ordenadores portátiles fabricados en el país, esterillas de yoga, bicicletas y otros productos. Pero esa bonanza podría tener los días contados, según advierten algunos economistas, que apuntan a un cambio inminente en los patrones de gasto internacionales a medida que se levantan las restricciones por el Covid, lo que acerca el consumo más al sector servicios de interacción personal y lo aleja de la compra de bienes.

Al menos por ahora, las exportaciones de China se han visto respaldadas en parte por la aceleración de la demanda de Europa y Japón, supliendo parte de la demanda estadounidense que ha ido disminuyendo, explica Larry Hu, economista jefe para China de Macquarie Group. Las exportaciones del gigante asiático cobraron fuerza en junio, desafiando las expectativas de una ralentización.

Otro factor fundamental será el gasto en inversiones, principalmente los sectores manufacturero y de vivienda. Pekín ha apostado por frenar la financiación hacia la industria inmobiliaria para rectificar los desequilibrios de su economía, una campaña con la que las autoridades chinas siguen comprometidas, según los economistas.

El sector inmobiliario, que representa alrededor del 7% del Producto Interior Bruto de China, ha tenido un papel importante en la estabilización del crecimiento en crisis anteriores. Pero el endurecimiento del crédito para las promotoras podría generar más quiebras en la segunda mitad del año, indican los analistas.

"Pekín está decidido a reducir su dependencia del sector inmobiliario", afirma Ting Lu, economista jefe para China de Nomura. El aumento de los precios de las materias primas podría minar el interés de los inversores para depositar fondos en la construcción y el sector manufacturero, comenta.

Y luego está el gasto de los consumidores, que durante más de un año ha sido el punto más débil de la recuperación de China.

Los economistas han estado discutiendo durante meses si el consumo, que ha mostrado indicios prometedores pero que se ha visto menoscabado por los frecuentes rebrotes del coronavirus, puede alcanzar los niveles previos a la pandemia este año. Teniendo en cuenta las tasas de crecimiento medio de los dos últimos años, el incremento de las ventas minoristas ha ido perdiendo fuelle hasta situarse en el 4,9% en junio, según ANZ, frente al aumento interanual del 8% que se venía produciendo antes de que irrumpiese el virus en la economía.

El inestable mercado laboral para aquellos con rentas más bajas y la subida de los precios de la vivienda han propiciado un mayor ahorro, lo que ha afectado al gasto general, subraya Shen Jianguang, economista jefe de JD Digits, la división financiera de la plataforma de comercio electrónico JD.com.

Pese a que la tasa de paro urbano ha bajado al 5% en junio desde el 5,4% en enero, la tasa de paro juvenil se ha movido en la dirección contraria, al aumentar al 15,4% en junio desde el 12,7% en enero.

--Grace Zhu contribuyó a este artículo.

-Escriba a Stella Yifan Xie a stella.xie@wsj.com

Versión española de Carlos López Perea carlos.perea@dowjones.com

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July 15, 2021 10:39 ET (14:39 GMT)