La decisión se producirá horas antes de la del Banco Central Europeo, que considerará una subida de tipos mayor de la esperada, de 50 puntos básicos, para frenar la creciente inflación.

Aunque el aumento de los costes de los combustibles y las materias primas ha hecho que la inflación de Japón supere su objetivo del 2%, el Banco de Japón no tiene prisa por retirar los estímulos, ya que la ralentización del crecimiento mundial enturbia las perspectivas de una economía que aún no se ha recuperado del todo de las cicatrices de la pandemia del COVID-19.

En una reunión de política monetaria de dos días que finaliza el jueves, se espera que el Banco de Japón mantenga su objetivo del -0,1% para los tipos a corto plazo y el de los rendimientos de los bonos a 10 años en torno al 0%.

En las nuevas proyecciones trimestrales que se publicarán después de la reunión, es probable que la junta proyecte una inflación subyacente de los consumidores que supere el 2% en el año fiscal en curso que finaliza en marzo de 2023, según han dicho fuentes a Reuters. Esto supondrá una mejora respecto al 1,9% previsto en abril.

Sin embargo, el Banco de Japón probablemente recortará la previsión de crecimiento de este año y proyectará que la inflación se ralentizará de nuevo por debajo del 2% el próximo año a medida que se disipe el impacto del aumento de los costes de las materias primas, dijeron.

En una sesión informativa posterior a la reunión, se espera que el gobernador del BOJ, Haruhiko Kuroda, repita su decisión de mantener los tipos ultrabajos hasta que la reciente inflación impulsada por los costes vaya acompañada de un mayor crecimiento de los salarios y la demanda.

Sin embargo, nadar a contracorriente del endurecimiento monetario mundial no es gratuito. La divergencia de políticas ha llevado al yen japonés a mínimos de 24 años, perjudicando a los hogares y a los minoristas al aumentar los costes de las importaciones, ya de por sí elevados.

Los datos recientes del BOJ mostraron que el banco central se vio obligado a engullir un récord de 16 billones de yenes (116.000 millones de dólares) en bonos del Estado japonés (JGB) en junio para defender su tope del 0,25% para el rendimiento a 10 años.

La agresiva compra hizo que la participación del Banco de Japón en el mercado de bonos superara el 50%, haciendo retroceder sus esfuerzos por reducir gradualmente su enorme balance y provocando tensiones en el mercado de futuros.

Los mercados se están centrando en lo que Kuroda diría sobre el coste creciente de la relajación prolongada, y en cualquier indicio que pudiera dejar caer sobre el posible desencadenamiento de un ajuste de la política, dicen los analistas.

(1 dólar = 138,0000 yenes)