La violencia de las milicias ha asolado durante dos décadas el vasto este de la República Democrática del Congo, rico en minerales, a pesar de las intervenciones militares locales y regionales y de los esfuerzos de mantenimiento de la paz de la ONU.

Un helicóptero operado por la fuerza de mantenimiento de la paz MONUSCO fue tiroteado el domingo tras despegar de la ciudad de Beni. Un miembro sudafricano del personal de mantenimiento de la paz resultó muerto y otro herido.

Ni Sudáfrica ni la MONUSCO dijeron quién podría ser el responsable, ni qué tipo de arma se utilizó para apuntar al helicóptero o qué causó las bajas.

El gobierno de Kinshasa culpó al M23 en un comunicado el lunes. El grupo, que lanzó una gran ofensiva el año pasado, negó la acusación.

Con unos 18.200 efectivos, la MONUSCO está desplegada en el este del Congo desde que tomó el relevo de una operación anterior de la ONU en 2010. Su mandato incluye apoyar los esfuerzos del gobierno congoleño para estabilizar la región.

Pero ha sido el blanco de varias protestas, a veces violentas, contra la inseguridad que han estallado en Goma y sus alrededores durante el último año.

Los manifestantes acusan a la MONUSCO y a una fuerza regional creada en abril del año pasado de no hacer lo suficiente para proteger a los civiles y poner fin al derramamiento de sangre.

Cientos de personas volvieron a tomar las calles el lunes, denunciando los avances del M23 que amenazan Goma, a pesar del acuerdo alcanzado en noviembre por el que los rebeldes aceptaron una tregua y retirarse del territorio recientemente tomado.

En otro incidente ocurrido el lunes, hombres armados sospechosos de pertenecer a una milicia local mai-mai mataron a un guarda forestal e hirieron a otros dos en el Parque Nacional de Virunga, según informó el parque en un comunicado.

Virunga, un santuario de gorilas de montaña en peligro de extinción situado a unos 300 kilómetros al norte de Goma, se encuentra en medio de milicias que luchan por el control de la tierra y los recursos naturales.

Más de 200 guardabosques han sido asesinados en ataques pasados de los que a menudo se culpó a diversos grupos rebeldes.

El parque advirtió de que tales ataques, que disminuyeron en 2022, habían vuelto a ser más frecuentes en los últimos meses.