El déficit anual, equivalente al 2,1% del Producto Interior Bruto (PIB), revierte un superávit del 0,5% del PIB en 2022 y representa la segunda mayor brecha fiscal jamás registrada por el país, sólo superada por la de 2020, cuando el gobierno disparó los gastos para combatir la pandemia de Covid.

El déficit sigue a un déficit primario en diciembre de 116.100 millones de reales, afectado por pagos de 92.400 millones de reales para saldar pagos ordenados por los tribunales.

En 2021, el gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro promulgó una enmienda constitucional en el Congreso para imponer un tope anual a los pagos ordenados por los tribunales, lo que llevó a un atraso en los pagos que la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva abordó posteriormente.

El déficit anual se produce tras un aumento del 12,5% en términos reales de los gastos, mientras que los ingresos netos del gobierno central, compuesto por el Tesoro, el banco central y la Seguridad Social, cayeron un 2,2% durante el año.

Si se excluye el impacto de los pagos ordenados por los tribunales, el déficit primario del año habría sido de 138.100 millones de reales, superando aún las cifras inicialmente indicadas por el gobierno de izquierdas, que aumentó el gasto social.

El ministro de Finanzas, Fernando Haddad, asumió el cargo comprometiéndose a alcanzar este año un déficit equivalente al 1% del PIB, es decir, unos 100.000 millones de reales. Sin embargo, en los últimos meses, él y su equipo han reconocido que este objetivo ya no sería alcanzable.

Al desvelar las nuevas reglas fiscales, la administración del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva proyectó un déficit aún más ambicioso del 0,5% del PIB para este año.

(1 $ = 4,9093 reales)