El gobierno de Asmara abandonó la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo de África Oriental (IGAD) en 2007 en protesta por la entrada de las tropas etíopes en Somalia para expulsar a sus gobernantes islamistas.

"Eritrea reanudó su actividad en la IGAD y ocupó su puesto en la XIV Cumbre Ordinaria de Yibuti", escribió en Twitter el ministro de Información, Yemane Meskel, a última hora del lunes tras la cumbre. No dijo qué había motivado la decisión, pero afirmó que Eritrea deseaba unirse a otros miembros de la IGAD y contribuir al avance de la paz y la estabilidad en la región.

Eritrea, gobernada por Isaias Afwerki desde que se independizó de Etiopía en 1993, libró una sangrienta guerra fronteriza con Etiopía entre 1998 y 2000, y se ha enemistado repetidamente con sus vecinos.

También está sometido a sanciones de Estados Unidos y la UE por presuntas violaciones de los derechos humanos.

Sin embargo, en los últimos años ha dado pasos para reparar los lazos regionales.

En 2018, firmó un acuerdo de paz con Etiopía que ponía fin formalmente al estado de guerra existente desde el conflicto fronterizo, restableció los lazos diplomáticos con Somalia y normalizó las relaciones con Yibuti.

También ha estrechado lazos con Kenia, que anunció a principios de año que abriría una embajada en Asmara.

Aún así, los grupos de derechos humanos afirman que el gobierno de Afwerki sigue siendo tan represivo como siempre, señalando el reclutamiento militar forzoso que sigue empujando a miles de personas a huir del país cada año.

Eritrea también suscitó la condena internacional por las supuestas atrocidades cometidas por sus soldados durante la guerra de 2020-2022 en la región septentrional etíope de Tigray, donde lucharon en apoyo de las tropas etíopes contra las fuerzas tigrayanas.

Eritrea ha negado esas acusaciones.