Originario de Zimbabue, Guzha, de 36 años, dice que quiere educar a locales y visitantes por igual sobre las experiencias con sabor africano y corregir la narrativa de que las cosas hechas en África son de segunda categoría o no son tan sabrosas.

"En algún momento se convirtió en una aspiración decir que no como comida africana... así que empecé a abordar... ese problema", dijo en su tienda Tapi Tapi.

Situada en el barrio bohemio de Observatory, en Ciudad del Cabo, espera compartir los diferentes sabores en tarrinas y cucuruchos, y celebrar la cultura alimentaria, los rituales y el folclore africanos.

Los sabores incluyen combinaciones de alimentos autóctonos como calabaza, maíz reventado, cacahuetes, boniato, arcilla, samp - un plato pastoso hecho de granos de maíz secos.

Cada sabor que elabora tiene una historia detrás.

Uno de esos sabores se elabora con rooibos -una planta de té muy popular en Sudáfrica- y mermelada de boniato.

"Es bastante común en Zimbabue... comer té con boniatos en lugar de pan", dice Guzha.

La gente suele traerle ingredientes de otras partes del continente, dice, que reciben a cambio una tarrina de helado gratis.

Algunos clientes dicen que los sabores les resultan sorprendentes y reconfortantes y que les llama la atención su familiaridad.

Al crecer, el cliente Clive Sibanda sabía que el helado podía ser de vainilla, algo que no es autóctono de Sudáfrica.

"Ahora, si comes algo como el samp, algo... que creciste comiendo... te conecta con tu infancia", dijo.