La mejoría en los diferenciales de la deuda de los mercados emergentes, con una caída hasta niveles anteriores a la crisis del coronavirus, contradice las perspectivas de una recuperación económica llena de baches, ya que la resaca del virus amenaza con prolongarse durante el próximo año en muchos países.

Aunque muchas economías esperan recuperar el impulso perdido, los inversores desconfían de las perspectivas para los próximos meses, en un contexto de incertidumbre por las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y las nuevas oleadas de la pandemia de COVID-19.

"Todo se ha reducido mucho (en referencia a los diferenciales de deuda), no de forma totalmente indiscriminada pero casi, y vemos que eso no refleja suficientemente la situación tan diversa que tenemos en los mercados emergentes", dice Jean-Baptiste Berthon, analista de Lyxor Asset Management.

Tras subir hasta un nivel de alrededor de 700 puntos básicos a raíz del impacto causado por el virus, los diferenciales de la deuda en divisas de los mercados emergentes, medidos por el Bloomberg Barclays EM USD Aggregate Total Return Index, se han reducido hasta situarse solo unos 30 puntos básicos por encima de los niveles anteriores a la crisis. El índice JPMorgan EMBI Global Diversified también ha remontado gran parte de sus pérdidas.

La trayectoria de los diferenciales de los bonos ha sido menos severa y con una recuperación más rápida que durante la crisis financiera mundial, según Berthon. Los diferenciales estaban alrededor de 30-40 puntos básicos por encima de su valor relativo, añade Berthon.

Esta tendencia se debe en parte al optimismo que permite una recuperación económica encabezada por China y otros países de Asia, que en su mayor parte se enfrentaron a los estragos del virus antes y con menor duración.

Parte de ese optimismo puede estar fuera de lugar, ya que el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés) advierte que la ausencia esta vez del enorme estímulo que China desató en 2009 está pesando sobre las perspectivas mundiales y las corrientes de capital hacia los mercados emergentes.

En un momento en que la compra de bonos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y otros grandes bancos centrales debería apoyar los activos de mayor riesgo, las salidas de capital de los mercados emergentes hacia finales de septiembre eran casi tan grandes como durante los episodios de riesgo como el pánico por la perspectiva de que la Fed fuera a retirar los estímulos monetarios en 2013 o la devaluación del yuan chino de 2015.

INDICADORES PREOCUPANTES

Sin embargo, a los inversores les preocupan los baches en la carretera.

Bank of America (BofA) afirma que sigue manteniendo una cautela táctica a corto plazo sobre los mercados emergentes debido a las elecciones de Estados Unidos y a la segunda ola de COVID-19.

La corrección tras el verano en las clases de activos podría llevar a que el índice de deuda soberana en divisa fuerte se amplíe en otros 30-50 puntos básicos, según dijo David Hauner de BofA a Reuters.

Los datos recientes han puesto de relieve, más aún, el ritmo desigual de la evolución de la economía desde la pandemia.

Aunque el PIB del tercer trimestre se redujo entre el 1% y el 2% en Turquía y Polonia, cerca de una recuperación en forma de V, Hungría y Sudáfrica podrían registrar caídas del PIB de alrededor del 9%, señaló UBS en un informe reciente.

Las últimas cifras de Sudamérica son aún peores, ya que la economía se contrajo un 11,3% en Chile en agosto y un 13,2% en Argentina en julio.

"Sudáfrica, Turquía y Hungría tienen bastante poco espacio fiscal para estimular la economía en caso de un choque adverso", escribió Gyorgy Kovacs, economista de UBS, en comentarios sobre las economías emergentes de la región EMEA (Europa, Oriente Próximo y África).

Pese a que el crecimiento regrese, los Estados se enfrentarán a dilemas sobre cómo financiar los déficits presupuestarios que se han hinchado durante la pandemia. Moody's prevé que la deuda pública en las economías más grandes aumente en casi 10 puntos porcentuales del PIB en promedio para fines de 2021 en comparación con los niveles de 2019, debido principalmente a déficits más amplios.

El banco central de Indonesia ha comprado bonos del Estado por alrededor de 183,48 billones de rupias (12.500 millones de dólares) y podría adquirir más el próximo año.

Los inversores se preguntan hasta dónde llegará la generosidad de otros bancos centrales.

"Sí, habrá ayuda de la Reserva Federal con una política monetaria muy laxa, pero que los bancos centrales tengan que ayudar un poco más o no será una cuestión para el año que viene que podría causar algunas divergencias", dijo un gestor de fondos que pidió conservar el anonimato.

Los inversores seguirán atentos a los avances o retrocesos en la lucha contra el virus y a los resultados de las elecciones estadounidenses.

"Si hay una vacuna en algún momento, y las elecciones de Estados Unidos finalmente pasarán, habrá margen para movimientos en la deuda de alto rendimiento y las divisas", dice Hauner.

(Información de Tom Arnold; editado por Hugh Lawson; traducido por Tomás Cobos)