En su testimonio ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, los consejeros delegados pregonarán su solidez financiera, su papel en la distribución de miles de millones de dólares en ayudas relacionadas con la pandemia de COVID-19 y sus esfuerzos tanto por impulsar los préstamos en las comunidades más pobres como por la diversidad dentro de sus filas, según las declaraciones publicadas el martes antes de la audiencia.

Entre los consejeros delegados que deben testificar se encuentran los directores de los cuatro mayores bancos de Estados Unidos: Jamie Dimon de JPMorgan Chase & Co, Charles Scharf de Wells Fargo, Brian Moynihan de Bank of America y Jane Fraser de Citigroup. A ellos se unirán el director general de US Bancorp, Andy Cecere, el director general de PNC Financial, William Demchak, y Bill Rogers, de Truist, que dirigen los mayores prestamistas regionales del país.

Aunque este tipo de audiencias rara vez desembocan en una acción legislativa, no dejan de ser arriesgadas para los consejeros delegados, que se verán obligados a defender a sus bancos en varios frentes en un momento en el que los legisladores buscan impulsar sus perfiles de cara a las elecciones de noviembre en las que está en juego el control del Congreso.

Los consejeros delegados de los mayores prestamistas de Estados Unidos han "demostrado claramente la fuerza y la resistencia de sus empresas, su compromiso con los empleados y los clientes, y la labor de sus instituciones en apoyo de partes clave de la economía", dijo Kevin Fromer, consejero delegado del Foro de Servicios Financieros, que representa a los mayores bancos del país.

Es probable que los demócratas presionen a los ejecutivos de los bancos sobre las comisiones, el cierre de sucursales bancarias en las zonas más pobres y la forma en que los bancos abordan las transacciones fraudulentas.

Los ejecutivos también esperan que aumenten las críticas de los republicanos, que se han frustrado con lo que consideran una inclinación cada vez más liberal de Wall Street en cuestiones medioambientales y sociales. Algunos grandes bancos han adoptado políticas que, según algunos republicanos, equivalen a un boicot a determinadas industrias como la de los combustibles fósiles y las armas de fuego. Los bancos rebaten esa caracterización.