El EBITDA es el beneficio de explotación antes de amortizaciones y depreciaciones. En otras palabras, es prácticamente el beneficio obtenido por la empresa antes de tener que soportar el coste de su deuda, su carga fiscal y su necesidad de invertir en sus activos a largo plazo.

Hay que tener en cuenta que aplicar un múltiplo de valoración del tipo EV/EBITDA a las empresas cotizadas, sin discriminar entre sus características individuales y sus sectores de actividad, es la mayoría de las veces como comparar manzanas y naranjas.

El componente "DA", por ejemplo, que teóricamente corresponde a la inversión necesaria para mantener la rentabilidad de la empresa, es mucho mayor en las empresas de infraestructuras o telecomunicaciones que en las de bienes de consumo o edición de software.

En consecuencia, la proporción del beneficio distribuible a las distintas partes interesadas -acreedores y accionistas- será mucho menor en las primeras que en las segundas. Por lo tanto, merecen un claro descuento de valoración.

En la misma línea, y de nuevo a riesgo de comparar lo incomparable, el múltiplo debe tener en cuenta las características económicas de la empresa. En sectores muy intensivos en capital, desgraciadamente con demasiada frecuencia el rendimiento del capital invertido en las operaciones es inferior al coste de ese mismo capital; la destrucción de valor es por tanto tangible.

También en este caso hay que aplicar un descuento al múltiplo de valoración, a diferencia, por ejemplo, del de una empresa cuyo rendimiento de las inversiones operativas es superior -o incluso muy superior- al de una empresa cuyo rendimiento del capital empleado es inferior.En este caso, lo tangible es la creación de valor.

A continuación, hay que tener en cuenta las estructuras de capital de cada empresa. Aunque operen en el mismo sector y con niveles de rentabilidad comparables, una puede soportar un nivel de endeudamiento mucho más elevado que la otra, que se financiaría entonces más con fondos propios.

Por lo tanto, esta primera empresa merece un descuento de valoración en vista del riesgo financiero asumido y, por supuesto, de la menor participación en los beneficios atribuible a los accionistas.