Para lavarse y beber, la gente tiene que comprar a camiones cisterna privados, uno de los costes del estancamiento político desde el golpe de Estado militar de octubre.

En el barrio de al-Shigla, el residente Abdalla El-Sayed dice que la falta de agua es un gran problema.

"En términos de salud, no podemos limpiar correctamente, lavar la ropa o limpiar los baños, por lo que se producen problemas de salud. A esto se suman los problemas financieros porque estamos obligados a comprar agua incluso para beber".

No son sólo los residentes los que luchan con sus finanzas.

En respuesta a la toma del poder por parte de los militares, la comunidad internacional cerró el grifo de miles de millones de dólares de financiación, justo cuando la guerra en Ucrania elevó el coste de las importaciones clave.

El ministro de Finanzas, Jibril Ibrahim:

"Durante 2022 y 2033 esperábamos cerca de 4.000 millones de dólares del Banco Mundial, incluyendo 500 millones para riego y agua potable, y 780 millones para electricidad".

Ibrahim dijo que el gobierno se ha abstenido de imprimir dinero para financiar el déficit y que los ingresos del Estado aumentaron en dos tercios en los últimos seis meses.

Pero la inflación significa que el gasto ha crecido aún más rápido.

Sólo la factura mensual de los salarios del sector público asciende a 394 millones de dólares, frente a los 118 millones de principios de año.

Esto se suma, según Ibrahim, al aumento de los costes del combustible, el trigo y otras importaciones.

Hay algo de alivio en el horizonte después de que los Emiratos Árabes Unidos acordaran construir un nuevo puerto en el Mar Rojo en Sudán como parte de un paquete de inversiones de 6.000 millones de dólares.

El acuerdo, según uno de los socios, incluirá una zona de libre comercio, un gran proyecto agrícola y -quizá lo más importante- un inminente depósito de 300 millones de dólares al banco central de Sudán.

Pero, mientras tanto, los ciudadanos siguen luchando con unos servicios que se desmoronan.

En Jartum, la basura sin recoger ensucia las calles.

Los principales cruces se atascan a menudo porque los semáforos se quedan sin energía en una economía que parece estar paralizada.