Ayer se conoció el veredicto: la inflación estadounidense del mes de marzo se situó ligeramente por debajo de las previsiones, en un 0,2%, justo por debajo del 5%. Sin embargo, no hay nada que celebrar: mientras que la inflación general parece bajar lentamente, la inflación subyacente ajustada por energía y alimentos (IPC subyacente) cuenta una historia diferente. Apenas mantiene las estimaciones en el 5,6%. Así pues, las expectativas de Powell parecen ahora un tanto erróneas a tenor de las estadísticas, aunque, admitámoslo, la inflación es algo complejo de predecir. 

Basándose en los distintos indicadores e informaciones (IPC, tasa de desempleo, IPP, índice manufacturero, crisis de los valores bancarios...), los inversores esperan que la FED suba los tipos 25 puntos básicos en mayo. Y no es seguro que sea la última del año. 

Además, aún estamos lejos del objetivo de la FED de situar la inflación en el 2%, que se considera la tasa más aceptable a largo plazo. Y la más conveniente para la Reserva Federal, para mantener un margen de maniobra en materia de política monetaria.


Dibujo de Amandine Victor para MarketScreener