"Estamos agradecidos, pero la comida sólo alcanzará para un mes", dijo Mushaikwa, de 71 años, que vive con su anciano marido, mientras se alejaba con su bolsa de grano. "Mis cultivos están marchitos".

Zimbabue no consigue alimentarse desde el año 2000, cuando el ex presidente Robert Mugabe confiscó las granjas de propiedad de los blancos, lo que interrumpió la producción y provocó un fuerte descenso de la misma, dejando a muchos zimbabuenses dependientes de la ayuda alimentaria para sobrevivir.

La crisis se ha visto agravada por una sequía inducida por El Niño que ha afectado a muchas naciones del sur de África. El gobierno ha calculado que 2,7 millones de personas pasarán hambre este año, aunque la cifra real podría ser mayor.

El gobierno está considerando la posibilidad de declarar el estado de emergencia, según declaró a Reuters un ministro del gobierno.

El Niño es un fenómeno meteorológico natural asociado a una alteración de los patrones de los vientos que se traduce en temperaturas más cálidas en la superficie del océano en el Pacífico oriental y central.

Se produce de media cada dos a siete años, suele durar entre nueve y doce meses y puede provocar condiciones meteorológicas extremas como ciclones tropicales, sequías prolongadas e incendios forestales posteriores.

"Cuando conduzca por los alrededores, verá que muchos cultivos se han marchitado", declaró la directora en funciones del Programa Mundial de Alimentos, Christine Mendes, en Buhera, a unos 220 km al sureste de la capital, Harare.

Se espera que la cosecha de maíz básico de Zimbabue se reduzca a la mitad, hasta 1,1 millones de toneladas, este año.

El PMA ha ayudado a 270.000 personas en cuatro distritos propensos a la sequía entre enero y marzo, pero necesitará fondos adicionales para alimentar a más, dijo Mendes.

En Buhera, Mary Takawira, de 47 años, evaluaba su cosecha, que se secó antes de madurar.

"Ya no recuerdo el sabor (del maíz)", dijo. "Este va a ser un año duro".