La violación cibernética masiva en Optus, el segundo mayor operador de telefonía móvil de Australia, comprometió a finales del mes pasado los datos de hasta 10 millones de clientes, lo que desencadenó una revisión de las normas de privacidad de los consumidores para facilitar el intercambio selectivo de datos entre las empresas de telecomunicaciones y los bancos.