Fiserv es una especie de dinosaurio en el mundo de lo que ahora se conoce como fintech, es decir, el universo de empresas situadas en la encrucijada de las finanzas y la tecnología. La empresa de Wisconsin -California no tiene el monopolio de la innovación- es un actor dominante en la capa tecnológica muy específica que garantiza la fluidez del dinero. Alrededor del 40% de su negocio se basa en soluciones de aceptación de transacciones y facturación, en particular las plataformas Carat y Clover. El 35% de los ingresos procede de tecnologías de pago y transferencia de fondos (emisión y procesamiento de tarjetas de crédito y pago digital). Por último, Fiserv desarrolla y comercializa programas informáticos de gestión de servicios financieros para instituciones especializadas, que representan el 25% de las ventas. Hasta hace poco, el desarrollo internacional no era realmente una prioridad para la empresa, que sigue firmemente arraigada en Estados Unidos (86% del negocio).

La Generación X sigue fuerte, ¡gracias por ello!

El modelo de negocio del grupo, en constante crecimiento, se caracteriza por una rentabilidad muy elevada. El margen operativo ha superado históricamente el 30% y la generación de efectivo es notable, con una tasa de conversión de flujo de caja libre líder. Fiserv gana dinero a través de cánones, licencias y gravámenes sobre el volumen de transacciones. Opera en un sector muy regulado, donde la fiabilidad y la antigüedad son importantes barreras de entrada. Los clientes son reacios a cambiar de proveedor de servicios cuando este sistema funciona. En el ámbito de las grandes cuentas, Fiserv aprovecha su excelente reputación y el conservadurismo de las entidades financieras para mantener su liderazgo. En las organizaciones más pequeñas y entre los minoristas, la competencia es más feroz, pero el grupo resiste gracias a su fuerza de ventas y a su peso financiero, que le permite llevar a cabo operaciones específicas de crecimiento externo para reforzar su oferta en los puntos ciegos de la I+D interna.


En tres años, el precio de la acción ha sufrido en comparación con el mercado (precio a 06/06/2023: 113,87 USD)

Todas estas cualidades no han impedido que la acción languidezca en bolsa en los últimos años. No brilló en 2022, una mala cosecha para el conjunto de la bolsa. Pero ya había caído en 2021. Y en 2020. Esto tiene dos explicaciones. En primer lugar, Fiserv tuvo que gestionar la integración de First Data, adquirida por 22.000 millones en 2019. Esta gran operación causó algunos trastornos operativos. Pero tenía sentido desde un punto de vista estratégico, ya que ampliaba el alcance para incluir actividades comerciales, en particular terminales de pago en puntos de venta. En segundo lugar, la aparición de jóvenes start-ups fintech ha relegado a un segundo plano a los veteranos del sector, que prometían mil males para sus vetustos modelos. Los inversores tardaron algún tiempo en darse cuenta de que se trataba de un espejismo. Los incumbentes se han puesto las pilas y las innovaciones financieras, aunque innegables, no han sido capaces de poner en peligro a las grandes plataformas como Fiserv.

Recuperar a los inversores

Las últimas cifras lo confirman. La empresa volvió a un crecimiento de dos dígitos a principios de año, y va a registrar márgenes récord en 2023. Estos buenos resultados ayudarán a reducir la deuda, algo elevada tras la adquisición de First Data. La deuda neta alcanzó un máximo de 20.500 millones de dólares a finales de 2022. Se espera que descienda a menos de 14.000 millones de dólares a finales de 2025. Últimamente, la dirección ha lanzado varios mensajes de confianza. A veces con un toque de cinismo, sobre todo cuando el CEO señaló que el rendimiento de Fiserv demuestra que su estrategia es la correcta frente a la narrativa dominante sobre el poder disruptivo de las start-ups.

La empresa está reconstruyendo claramente su reputación. Esto no ha escapado a la atención de varios gestores reconocidos por su visión (en particular François Rochon y John Armitage), que han vuelto a incluir la acción en sus selecciones. Una señal positiva para el futuro.