El grupo cooperativo neozelandés Fonterra quiere que sus casi 8.500 granjas reduzcan las emisiones en un 30% para 2030, según anunció el jueves el mayor exportador mundial de productos lácteos.

Nueva Zelanda, donde viven 5 millones de personas, tiene unos 10 millones de cabezas de ganado y 26 millones de ovejas y casi la mitad de sus emisiones totales de gases de efecto invernadero proceden de la agricultura, principalmente del metano.

Fonterra dijo que mediante la mejora de las prácticas agrícolas, las nuevas tecnologías y la compensación de las emisiones mediante la plantación esperaba reducir las emisiones en un 22% aproximadamente.

Se espera una reducción adicional del 8% a partir de una base de referencia de 2018 al no tener que tener en cuenta, para 2030, las emisiones creadas por las tierras que se convirtieron en granjas lecheras a principios de este siglo, dijo la empresa.

No hay una única solución para reducir las emisiones en las explotaciones. Será necesaria una combinación de intercambio de las mejores prácticas agrícolas y de tecnología para reducir las emisiones: es a la vez nuestra mayor oportunidad y nuestro mayor reto, afirmó en un comunicado el presidente de Fonterra, Peter McBride.

Se espera que el objetivo tenga un impacto diferente en cada explotación, añadió.

La directora de sostenibilidad de Fonterra, Charlotte Rutherford, dijo en una rueda de prensa que no habría penalizaciones para los agricultores que no redujeran las emisiones ni primas para los que sí lo hicieran.

El gobierno también ha introducido un plan para gravar las emisiones de metano de las granjas a partir de finales de 2025, en su intento de reducir el impacto sobre el calentamiento global.

Nueva Zelanda es uno de los primeros países en anunciar que pondrá precio a las emisiones agrícolas, pero el gobierno se enfrentó a las críticas de parte de la comunidad agrícola, preocupada por el coste.

Con el partido laborista ahora fuera del poder, se espera que la introducción del impuesto sea retrasada por el nuevo gobierno.

Rutherford afirmó que la decisión de introducir el objetivo estaba impulsada por una serie de factores, como la demanda de Fonterra de reducir sus emisiones por parte de los mercados y sus clientes, y las expectativas de que los bancos lo consideren cada vez más importante.

Jennifer Chappell, directora ejecutiva de Nestlé Nueva Zelanda, que es uno de los principales compradores de productos de Fonterra, afirmó que el plan envía una señal positiva a la industria láctea neozelandesa y apoya la ambición de Nestlé de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. (Reportaje de Lucy Craymer; edición de Robert Birsel)