Latigo Biotherapeutics salió del modo oculto el miércoles y dijo que había recaudado 135 millones de dólares en financiación de serie A para avanzar en los ensayos clínicos de sus tratamientos del dolor no opiáceos, incluido un fármaco que se está probando en voluntarios sanos.

Westlake Village BioPartners, la empresa de capital riesgo (CV) que fundó Látigo, lideró la ronda de financiación. Otras dos sociedades de capital riesgo centradas en la atención sanitaria y las ciencias de la vida, 5AM Ventures y Foresite Capital, fueron colíderes.

La empresa con sede en Thousand Oaks, California, no reveló la valoración a la que se obtuvieron los fondos.

La ronda supone un cheque grande poco frecuente en una recaudación de fondos en fase inicial, donde el tamaño de la operación suele ser mucho menor. El año pasado, las rondas de financiación en fase inicial alcanzaron menos de 20 millones de dólares de media, según mostraron los datos de PitchBook.

"Esta no es la típica serie A de estos días. La financiación habla realmente del compromiso de los inversores y de este espacio", afirmó Nancy Stagliano, presidenta del consejo de Látigo.

El fármaco principal de Latigo, LTG-001, se está probando en un ensayo de fase inicial. El fármaco, destinado a tratar el dolor agudo y crónico, pertenece a la misma clase de medicamentos que una terapia de Vertex Pharmaceuticals que redujo el dolor agudo en un estudio de fase avanzada la semana pasada.

"Ha habido muy poca inversión y muy poca innovación real en este espacio. Para Vertex ... proporcionar ahora una prueba de concepto es enorme para el campo", dijo Sean Harper, director gerente fundador de WestLake.

Pero "muchas veces, la primera molécula en su clase no acaba siendo el fármaco dominante en el mercado", dijo Harper, añadiendo que había espacio para los competidores en el mercado aún incipiente.

El fármaco principal de Latigo y el tratamiento de Vertex se dirigen a una proteína llamada Nav1.8 en un intento de bloquear el dolor en su origen. Los opiáceos activan el centro de recompensa del cerebro cuando viajan por la sangre, lo que conlleva un potencial de adicción y abuso. (Reportaje de Manas Mishra y Niket Nishant en Bengaluru; Edición de Shilpi Majumdar)