Zayo Group Holdings, Inc. anunció la finalización del Proyecto de Fibra Oscura del Valle Imperial -un esfuerzo de investigación en colaboración entre el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley y la Universidad Rice y financiado por el Departamento de Energía de EE.UU.- para explorar la eficacia de aprovechar la fibra de telecomunicaciones para cartografiar y monitorizar los recursos geotérmicos que podrían permitir un futuro energético con bajas emisiones de carbono. El Challenge Berkeley Lab y el DOE llevan décadas explorando la energía geotérmica como alternativa renovable a los combustibles fósiles. Las fuentes de energía limpia como la geotérmica son necesarias para producir energía sostenible, reducir las emisiones y hacer frente al cambio climático.

Sin embargo, estos recursos suelen estar ocultos -lo que significa que no hay expresión de la superficie del recurso- y la cartografía de estos recursos geotérmicos ha sido históricamente laboriosa y a menudo de coste prohibitivo. El Proyecto de Fibra Oscura del Valle Imperial, que se puso en marcha en 2019, pretendía desarrollar estrategias para encontrar mejor estos recursos mediante la detección sísmica a través de la fibra oscura de telecomunicaciones existente. El equipo Berkeley Lab-Rice, en colaboración con científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore y del Instituto Scripps de Oceanografía, utilizó la red de fibra oscura de Zayo en el Valle Imperial de California -una zona ya conocida por albergar muchos recursos geotérmicos ocultos- para probar varias técnicas de cartografiado de recursos geotérmicos.

Estos métodos incluyen la detección acústica distribuida (DAS), una técnica que convierte la fibra oscura de Zayo en un conjunto de ubicaciones de medición sísmica para construir una imagen de lo que hay bajo tierra. En un experimento sísmico convencional, sólo pueden desplegarse unos pocos sensores sísmicos en una zona pequeña y concreta. Esto suele requerir un tiempo considerable para el despliegue de los sensores y la obtención de permisos, al tiempo que resulta en el uso de sólo unas pocas docenas de sensores.

Sin embargo, el uso de la fibra oscura existente reduce significativamente el tiempo de despliegue y aumenta el número de sensores a miles. Con la fibra oscura, los investigadores tienen acceso a decenas de kilómetros de fibra y pueden medir cada pocos metros, lo que ofrece un acceso sin precedentes que antes tenía un coste prohibitivo.