Desde que la Reserva Federal decidió mantener los tipos de interés en suspenso en su reunión de política monetaria del 13 y 14 de junio, los responsables del banco central estadounidense han dado todos los indicios de que están dispuestos a aprobar otra pequeña subida de tipos cuando vuelvan a reunirse la próxima semana.

Pero los datos recientes que sugieren que la inflación ha empezado a ralentizarse de forma más rápida y persistente intensificarán probablemente su debate sobre si la próxima medida será la última necesaria, y los responsables políticos se centrarán en la cuestión clave de si la economía ha absorbido plenamente el impacto del agresivo endurecimiento monetario hasta la fecha o sólo está empezando a ajustarse.

En un caso, podrían ser necesarias más subidas de tipos para garantizar la continuación de la "desinflación"; en el otro, las presiones sobre los precios ya están debilitadas y hacer más podría causar daños innecesarios a la economía y al mercado laboral.

La retórica de los funcionarios se ha inclinado hacia nuevas subidas más allá de la reunión del 25-26 de julio, cuando se espera que el comité de fijación de políticas de la Reserva Federal aumente el tipo de interés de referencia a un día en un cuarto de punto porcentual, hasta la horquilla del 5,25%-5,50%.

El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha señalado la opinión mayoritaria de que serían necesarias dos subidas adicionales de los tipos, y el gobernador Christopher Waller abogó por una política más restrictiva en los últimos comentarios de la cúpula del banco central antes del apagón de comentarios públicos previo a la reunión de este mes.

Las subidas de tipos del año pasado "deberían golpear a la actividad económica y a la inflación mucho más rápido de lo que se suele predecir", dijo Waller, y por tanto "no podemos esperar mucha más ralentización de la demanda y de la inflación de ese endurecimiento". Aunque los recientes datos de inflación fueron alentadores, dijo, "un dato no hace una tendencia".

Los economistas suelen considerar que el impacto de la política monetaria alcanza su punto máximo en torno a 18 ó 24 meses después de los cambios de tipos, pero los funcionarios de la Reserva Federal han señalado que su uso de la "orientación anticipada" para marcar la senda de la política significa que los tipos de mercado se ajustaron mucho antes de las subidas de tipos que pusieron en marcha a partir de marzo de 2022.

Otros funcionarios de la Fed se han ceñido a la idea estratégica principal de mantener abiertas las opciones de subidas de tipos y no dar margen a los inversores para pensar que el banco central ha terminado, lo que socavaría la batalla contra la inflación con unas condiciones financieras más laxas como resultado.

Pero podría decirse que por primera vez desde la primera subida de tipos de un cuarto de punto porcentual de la Fed en marzo de 2022, la posibilidad de que este próximo movimiento sea el último ha ganado tracción más allá de las ilusiones de los inversores y ha empezado a verse respaldada por los datos entrantes.

NUEVO EQUILIBRIO

Más allá de la suavización del ritmo de aumento de los precios al consumo en junio, los informes sobre los precios de importación y los costes de los insumos de los productores fueron ambos más débiles de lo esperado.

El índice de precios a la producción, en particular, sugiere que la inflación al consumo podría seguir ralentizándose. La caída de los precios de importación es importante para las esperanzas de la Reserva Federal de que los descensos de los precios de los bienes, que se dispararon durante la pandemia de coronavirus, puedan compensar la inflación del sector servicios, que normalmente ha sido más alta y "pegajosa", incluso antes de la pandemia.

Hasta ahora, esto ha ocurrido sin grandes alteraciones en el mercado laboral, que luce una tasa de desempleo aún baja del 3,6% y está generando nuevos puestos de trabajo y crecimiento salarial a tasas más altas que antes de la pandemia. Un punto central en el debate de la Reserva Federal es si eso supone un riesgo - una razón para que la inflación se mantenga alta a medida que los hogares gastan unos ingresos crecientes - o una sorpresa positiva que hay que alimentar con paciencia sobre futuros movimientos de los tipos.

La situación actual "aún nos deja con la duda de si la inflación puede asentarse mientras los consumidores sigan gastando y el mercado laboral se mantenga así de robusto", dijo la semana pasada el presidente de la Fed de Richmond, Thomas Barkin. La débil lectura de la inflación de junio le dejó poco convencido de que se encuentre en una senda descendente estable.

Sin embargo, parecen estar surgiendo señales de un nuevo statu quo en el mercado laboral, ya sea en la continua caída de la proporción entre trabajadores disponibles y puestos de trabajo abiertos, en un reciente aumento de la prevalencia del trabajo a tiempo parcial o en señales más sutiles.

Mientras que el número de trabajadores de la industria de servicios de alimentación y alojamiento sigue estando unos puntos porcentuales por debajo del pico prepandémico, por ejemplo, la contribución de la industria al producto interior bruto real ha aumentado desde ese punto: está haciendo más con menos y puede que no necesite los niveles de plantilla de 2019.

"Cada vez hay más indicios de un 'aterrizaje suave', hacia un nuevo equilibrio", afirma Nick Bunker, director de investigación del Indeed Hiring Lab, refiriéndose a un escenario en el que el endurecimiento monetario ralentiza la economía, y la inflación, sin desencadenar una recesión. "Tiende hacia un mercado laboral más estable pero aún fuerte" que se hace eco de las condiciones de 2019, con tasas de participación en recuperación, un ritmo sostenible de creación de empleo y salarios en aumento para las ocupaciones peor pagadas.

UN 'EXTRAÑO CICLO ECONÓMICO

Sin embargo, hasta que la Fed declare el fin de su guerra contra la inflación, los economistas y analistas de mercado afirman que persistirán los riesgos para un resultado benigno.

Jason Furman, profesor de la Universidad de Harvard que fue el principal asesor económico de la Casa Blanca en la administración Obama de 2013 a 2017, sigue viendo la tasa subyacente de inflación, según la medida preferida de la Fed, en torno al 3,5%.

"Al 3,5%, julio no será la última vez que la Fed suba", dijo Furman en una entrevista. "Creo que no hemos aprendido casi nada sobre lo que hará falta para que la inflación pase del 3,5% al 2%... Mi preocupación es que el último tramo podría requerir más desempleo".

Ed Al-Hussainy, analista sénior de tipos de Columbia Threadneedle, por su parte, se muestra escéptico respecto a que ya se haya absorbido el impacto de las rápidas subidas de tipos.

"Hemos conseguido generar este descenso de la inflación, que parece ser cada vez más persistente, sin hacer mucho daño", dijo. "¿Por qué?"

Los tipos de referencia clave han pasado, sobre una base ajustada a la inflación, de negativos a fuertemente positivos, y "creo que no hemos visto todos los efectos" de ello, dijo. "Decir que tenemos la misma economía con tipos reales al 2% negativo que con un 2% positivo, no me lo creo".

Los funcionarios de la Fed han reconocido que los datos podrían estar cambiando a su favor, pero llevará tiempo que los responsables políticos acepten lo que están viendo como genuino y "se inclinen" por la idea de que un aterrizaje suave puede estar a la vista, dijo a principios de este mes el presidente de la Fed de Atlanta, Raphael Bostic. Creyendo que la política está operando con un largo retraso, Bostic es partidario de mantener los tipos estables.

El presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, en declaraciones a la CNBC a principios de mes, afirmó que los responsables políticos no deberían ser tímidos a la hora de mostrar su fe en una economía que no ha dejado de sorprender.

"La premisa es que necesitamos una recesión para eliminar la inflación", dijo Goolsbee. "No creo que ... Éste ha sido un ciclo económico muy extraño".