El dólar australiano se mantuvo en rangos estrechos el lunes, ya que los datos aumentaron el riesgo de una impresión negativa en el crecimiento económico del último trimestre, mientras que los operadores se preparaban para la publicación de los nuevos objetivos económicos y la política de estímulo de China para este año.

El dólar australiano se mantuvo plano en 0,6525 dólares, tras haber repuntado un 0,4% el viernes, ya que los datos poco alentadores de EE.UU. aumentaron las apuestas a un recorte de tipos en junio. Sin embargo, terminó la semana pasada un 0,6% por debajo, con un soporte en torno a los 0,6488 dólares.

El dólar kiwi cedió un 0,2% hasta los 0,6098 dólares, tras caer un 1,5% la semana pasada antes de encontrar apoyo en su media móvil de 200 días de 0,6076 dólares. Seguía sufriendo las consecuencias de la decisión del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda de recortar el máximo previsto para los tipos, lo que llevó a los mercados a descartar cualquier riesgo de una nueva subida de tipos.

Los datos del lunes mostraron que los inventarios empresariales en Australia cayeron un 1,7% en el cuarto trimestre, lo que significa que probablemente restaron un 1,0% al crecimiento económico. Los analistas esperaban una modesta expansión del 0,2% en el trimestre, pero la debilidad de los inventarios elevó el riesgo de una contracción total de la economía.

"Se trata de una detracción del crecimiento mayor de lo que habíamos previsto", declaró Stephen Wu, economista jefe del Commonwealth Bank of Australia. "Sin embargo, es probable que haya cierta compensación por parte de los sectores público y agrícola".

El informe del PIB del miércoles será seguido de cerca por los mercados para determinar el momento en que el Banco de la Reserva de Australia aplicará su primera bajada de tipos este año. La relajación total hasta ahora prevista ha sido modesta y no se espera la primera reducción hasta septiembre.

Otro riesgo clave esta semana para las dos antípodas es la reunión anual del parlamento chino el martes, en la que las autoridades marcarán nuevas medidas de estímulo y fijarán el objetivo del PIB.

"Los mercados esperan que Pekín anuncie un prometedor objetivo de crecimiento del PIB y un plan de gasto fiscal mucho más expansivo", señalaron los analistas de Nomura.

"Aunque esperamos que Pekín anuncie un mayor déficit fiscal, nos preocupa que China tenga que luchar con otro año de contracción fiscal general, gracias al tambaleante sector inmobiliario y a los esfuerzos de Pekín por frenar el gasto irresponsable de los gobiernos locales."