Starmer, cuyo partido mantiene una abultada ventaja de dos dígitos en las encuestas de opinión, utilizó un discurso en el suroeste de Inglaterra para hacer un llamamiento personal a los votantes y exponer cómo su partido cambiaría Gran Bretaña.

Prometió construir nuevas viviendas, crear empleo y poner más dinero en los bolsillos de los trabajadores, aunque el discurso fue escaso en detalles políticos concretos.

El líder laborista también ofreció algunas pistas sobre cómo el partido, que ha estado en la oposición durante 14 años, no sólo abordará lo que deberían ser unas elecciones divisivas, sino también sus temores de que los votantes simplemente no acudan a las urnas.

Tras años de luchas intestinas en torno al Brexit, la destitución de cuatro primeros ministros en seis años y los escándalos durante la pandemia del COVID-19 y más allá, los votantes se han mostrado cada vez más desafectos a la política en un país antaño conocido por su estabilidad.

Es un problema del que Starmer y su equipo son muy conscientes y que temen que pueda obstaculizar sus intentos de obtener una mayoría dominante en unas elecciones que el primer ministro Rishi Sunak dijo que deberían celebrarse, "en su hipótesis de trabajo", en el segundo semestre de este año.

"Tengo que advertirles a todos, ellos (los conservadores) no dejarán piedra sobre piedra este año. Explotarán todas las oportunidades de división en aras de su potencial político", declaró ante una audiencia en un centro tecnológico de la ciudad inglesa de Bristol.

"Para derrotar de verdad este proyecto miserabilista tory, debemos aplastar su política de división y declive con un nuevo 'Proyecto Esperanza'".

"Y la elección ahora, en las próximas elecciones es tan clara, que es entre 14 años de declive y una década de renovación nacional", dijo, sugiriendo de nuevo que los laboristas querían ganar al menos dos mandatos de cinco años en el gobierno.

Starmer acusó al Partido Conservador de Sunak de poner en marcha políticas para exprimir las finanzas públicas y dificultar el éxito de cualquier gobierno laborista entrante.

Pero este año prometió plantarles batalla en lo que antes se consideraba uno de sus puntos fuertes tradicionales: la economía, que a pesar de la promesa de Sunak de impulsar el crecimiento, ahora está estancada.

"Siguen pensando en algún país de fantasía que éste es un territorio fuerte para ellos. No se dan cuenta de hasta qué punto le hemos dado la vuelta a la tortilla. No se dan cuenta de lo pobre que es la carta que pueden jugar", afirmó.