Tras subir sin cesar frente al dólar desde octubre de 2022, el euro sigue ahora el camino inverso. Desde principios de febrero, la moneda única retrocede y pierde terreno frente al billete verde. Este cambio de polaridad, aunque mínimo en la amplitud de sus variaciones, ha sido bastante inesperado. Desde un punto de vista macroeconómico, sigue siendo complejo de justificar. Sin embargo, algunas respuestas pueden encontrarse en el BCE. Recientemente, la presidenta de la institución monetaria europea, Christine Lagarde, reafirmó su intención de subir los tipos directores en 0,5 puntos porcentuales en marzo. Aunque este anuncio no es en absoluto una sorpresa, los mercados parecen haber encontrado el discurso de acompañamiento un poco más suave de lo esperado.

Además, aunque el apetito por el riesgo ha favorecido al euro desde principios de año, como demuestra el fuerte arranque de los mercados de renta variable en el viejo continente, el dólar sigue respaldado por la perspectiva de una política monetaria firme y continuada a lo largo de 2023. Dos fuerzas antagónicas que se oponen ferozmente entre sí, pero que últimamente parecen inclinarse a favor del dólar.

El próximo acontecimiento importante que podría invertir la tendencia es la publicación de la nueva serie de previsiones económicas en marzo. Si efectivamente se produce un aumento del 0,5%, como se espera, los tipos de interés oficiales alcanzarían entonces un "nivel restrictivo que acabará reduciendo la inflación al frenar la demanda y protegerá también contra el riesgo de un aumento persistente de las expectativas de inflación", explicó Christine Lagarde.

A la espera de esta publicación, que muy probablemente dictará la trayectoria futura del par EUR/USD, desde un punto de vista técnico, podría ser que el euro-dólar, actualmente en 1,07, continuara su descenso hasta 1,04.