Un primer campo de plantas de arroz creado en Italia con la ayuda de nuevas técnicas genómicas ha sido objeto de vandalismo, lo que compromete los resultados de una investigación destinada a hacer más eficaz y sostenible la agricultura en la era posterior a los OMG.

Un grupo de investigación de la Universidad de Milán fue autorizado en marzo a probar un cultivo de arroz modificado con el sistema CRISPR/Cas9, una técnica ganadora del Nobel que, a diferencia de los OMG, no implica la introducción de genes de otras especies.

La modificación del cultivo, plantado en mayo en una pequeña parcela de la provincia septentrional de Pavía, a 70 kilómetros de Milán, pretendía aumentar su resistencia al principal patógeno del cultivo del arroz, reduciendo así el uso de pesticidas contaminantes.

"Entre el jueves y el viernes pasados, algunas personas rompieron la valla y arrancaron las plantas, cortándolas meticulosamente para que el experimento fracasara", declaró la profesora Vittoria Brambilla, responsable del equipo de investigación de la Universidad de Milán.

"Cuando a la mañana siguiente el agricultor vio las plantas flotando en el arrozal, llamó a la policía, pero esos tipos habían inutilizado la cámara de vigilancia, por lo que no fueron identificados y nadie reclamó el acto", añadió.

Después de décadas en las que no se aprobaban experimentos genéticos agrícolas, la investigación de Brambilla se había aprovechado de un decreto italiano de emergencia emitido el año pasado contra la sequía, que autorizaba temporalmente ensayos de campo para cultivos obtenidos mediante técnicas genómicas.

Como dos tercios de las plantas no han sobrevivido y las demás están gravemente dañadas, el experimento tendría que repetirse el año que viene para obtener resultados concretos, pero la fecha límite para los ensayos está fijada a finales de 2024.

El senador Luca De Carlo, presidente de la comisión de agricultura de la cámara alta del parlamento italiano, se ha comprometido a organizar una votación a finales de esta semana para prorrogar la ley.

Otros cultivos experimentales, como los tomates y la vid, también podrían beneficiarse de una ampliación del plazo hasta finales de 2025, afirmaron Brambilla y De Carlo.

Una vez que se haya tomado una decisión sobre un nuevo plazo, De Carlo dijo que el debate tendría que trasladarse a la seguridad de los campos donde se llevan a cabo los experimentos, que son fácilmente identificables porque su geolocalización debe hacerse pública. (Edición a cargo de Keith Weir y Barbara Lewis)