El resultado se situó ligeramente por debajo del consenso del mercado, ya que los economistas encuestados por Reuters esperaban un aumento del 1,0% en el periodo.

Chile, el mayor productor mundial de cobre, se enfrentó el año pasado a una ralentización tras recuperarse rápidamente de la crisis del COVID-19, que impulsó la inflación y obligó al banco central a poner en marcha un agresivo endurecimiento monetario.

La autoridad monetaria sigue considerando que los elevados precios al consumo obstaculizarán el crecimiento "sostenible" del país andino a corto plazo, habiendo previsto que el producto interior bruto (PIB) de este año crezca un 0,5% en el escenario más optimista.

El extremo inferior de las perspectivas del banco central para 2023 se sitúa en una contracción del 0,5%, mientras que en el próximo año el PIB se expandiría entre el 1% y el 2%, menos de lo previsto anteriormente, según las proyecciones publicadas el mes pasado.

Señal de que los retos siguen vigentes, la economía chilena se contrajo un 0,6% anual en los tres primeros meses de 2023, a pesar del segundo crecimiento trimestral consecutivo, según los datos del banco central.

Eso fue, sin embargo, todavía mejor que la contracción del 0,9% esperada por los economistas en una encuesta de Reuters.

La caída se vio impulsada por la caída de la demanda interna, que retrocedió un 8,0% en el periodo debido a la disminución de las inversiones y el consumo, dijo el banco central en un comunicado, incluso aunque aumentaran las exportaciones netas.

"Las actividades registraron resultados mixtos", dijo el banco. "El comercio y los sectores agrícola y forestal fueron los que más influyeron a la baja, mientras que los servicios personales registraron la principal contribución al alza".