La visita del primer ministro Fumio Kishida a Oriente Próximo la semana pasada ha dado lugar a una avalancha de acuerdos para estudios que Japón espera que animen a los países clave de la región a convertirse en socios del hidrógeno.

El viaje del 16 al 18 de julio a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, había generado algunas expectativas en el mercado de acuerdos sobre petróleo y gas natural licuado (GNL). Éstos no llegaron a materializarse.

En cambio, el viaje, en el que Kishida viajó con representantes de 40 empresas japonesas, parece haber cumplido su objetivo declarado de promover la cooperación en energías verdes y renovables.

Se considera que los países del Golfo están bien situados para formar un centro de producción de energía verde debido a sus bajos costes de producción de energía solar.

Un acuerdo clave ha sido una iniciativa Japón-Arabia Saudí llamada Lighthouse que pretende desarrollar proyectos de energía limpia relacionados con áreas como el hidrógeno, el amoníaco y el reciclaje de carbono.

Por otra parte, durante el viaje se firmaron al menos siete acuerdos, muchos de ellos memorandos de entendimiento, entre empresas japonesas y firmas de Oriente Próximo.

Entre ellos, un acuerdo entre JERA y ADNOC para estudiar la cooperación en materia de hidrógeno y amoníaco limpios y un pacto entre Sumitomo Corp y Sharjah National Oil para estudiar la viabilidad de un proyecto de captura y almacenamiento de carbono en los EAU.

Otros acuerdos abarcaron estudios conjuntos para la producción de metales con bajas emisiones de carbono y futuras opciones para la cadena de suministro.

"Aunque los Memorandos de Entendimiento tienen obviamente menos importancia que los contratos de suministro, tocar las bases para una futura cooperación y enviar un mensaje de interés a largo plazo en las importaciones de hidrógeno y derivados de los países del Golfo es importante", declaró Aliaksei Patonia, investigador del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.

Señaló que Japón tiene experiencia en electrólisis para la obtención de hidrógeno a partir de fuentes renovables y en pirólisis para la producción de hidrógeno a partir de metano.

Japón está apostando fuerte por el hidrógeno y se ha comprometido a invertir más de 100.000 millones de dólares en los próximos 15 años para impulsar el suministro, asegurado tanto en su propio país como en el extranjero. Prevé que necesitará 3 millones de toneladas métricas al año en 2030, frente a los 2 millones actuales, y pronostica que esa cifra aumentará hasta los 12 millones de toneladas métricas en 2040.

Planea utilizar el combustible para descarbonizar industrias, desde la fabricación de automóviles hasta las centrales eléctricas, que actualmente funcionan principalmente con combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el GNL.

El hidrógeno también es clave para producir amoníaco, que quiere utilizar en su mezcla de combustibles para prolongar la vida de las centrales térmicas de carbón y es una parte importante de los planes de Japón para pasar a la energía limpia.

Según la Agencia Internacional de la Energía, los países del Golfo planean exportar 1 millón de toneladas de hidrógeno de bajas emisiones para 2030.

La Unidad de Inteligencia Económica afirmó que el viaje de Kishida pone de manifiesto la precaria situación de Japón en materia de seguridad energética.

"Japón seguirá dependiendo de las importaciones para satisfacer su demanda energética, incluso si logra la transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía limpias", afirmó en una nota a los clientes.

Los analistas también afirmaron que Japón necesita reforzar sus relaciones con el Golfo si quiere competir con China, el mayor productor y consumidor de hidrógeno del mundo.

"China está destinando más recursos a las energías limpias que cualquier otra nación, y Japón espera la competencia de China para asegurarse los suministros del Golfo para el futuro", dijo David Boling, director de Japón y Comercio Asiático de Eurasia Group. (Reportaje de Katya Golubkova y Sakura Murakami; Reportaje adicional de Kentaro Sugiyama en Tokio y Aziz El Yaakoubi en Riad; Edición de Edwina Gibbs)