La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, se enfrentará a la nada envidiable tarea de cumplir las promesas de campaña de impulsar los programas sociales, incluso después de que un atracón de gasto durante el año electoral por parte de su predecesor elevara el déficit presupuestario a su nivel más alto desde la década de 1980.

Tras ganarse la confianza de los inversores con políticas de gasto estrictas durante la mayor parte de su mandato, el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador aflojó la cuerda del erario en su último año de mandato para terminar proyectos de infraestructuras emblemáticos y cubrir un aumento de los programas de asistencia social para los pobres de México. Eso disparó el déficit hasta el 5,9% del producto interior bruto (PIB) en 2024, desde el 4,3% de años anteriores.

Esas medidas obligarán a la administración entrante de Sheinbaum a contener el gasto o arriesgarse a un golpe a la solvencia de México.

La solución para la segunda economía más grande de América Latina, según economistas, analistas y ex altos funcionarios del gobierno, es algún tipo de revisión fiscal que aumente los ingresos del gobierno - a pesar de que la próxima líder de México diga que no tiene planes de aumentar los impuestos.

Sheinbaum ganó ampliamente las elecciones del domingo con una plataforma para ampliar los populares programas sociales de su predecesor, incluido el aumento de las pensiones para la tercera edad y las becas para estudiantes.

En su discurso de victoria, Sheinbaum prometió continuar con la política de López Obrador de la llamada "austeridad republicana", mantener la disciplina financiera y fiscal y respetar la autonomía del Banco de México.

Sheinbaum, que tomará posesión como la primera mujer presidenta de México en octubre, ha dicho que buscará reducir la burocracia y mejorar la eficiencia de la recaudación de impuestos en las aduanas, entre otras propuestas, pero no planea una reforma fiscal.

"No estoy pensando en una reforma fiscal profunda, creo que todavía hay muchas oportunidades para la recaudación (de impuestos)", dijo Sheinbaum días antes de la elección en un foro televisado.

Sólo el costo de las pensiones, el servicio de la deuda pública y las transferencias del gobierno federal para apoyar a los estados mexicanos representaron más de la mitad de los 9,07 billones de pesos (535.000 millones de dólares) del presupuesto del país este año, mientras que la endeudada petrolera estatal Pemex ya no es la vaca lechera que fue para los gobiernos mexicanos anteriores.

"El reto es grande", dijo el ex ministro de Hacienda Ernesto Cordero. "Si quieren financiar sus propuestas y su forma de ver el país, tienen que pensar cómo lo van a hacer".

PRESIONADOS POR TODOS LADOS

Con las finanzas públicas de México presionadas desde todos los flancos y las actuales vías para impulsar la tan necesaria recaudación fiscal agotándose, los expertos sugieren cambiar la ineficiente forma en que se gravan las propiedades y los automóviles, retoques a los impuestos sobre las ganancias corporativas, "impuestos verdes" y regalías sobre Pemex.

"La idea de una reforma fiscal es un debate que deberíamos tener", dijo el analista político Fernando Dworak. "Todos hablan de lo que van a hacer, pero nadie menciona cómo van a pagarlo".

Tampoco parece que el crecimiento económico vaya a ayudar a tapar ninguna brecha, ya que el Banco de México proyecta un deslucido aumento del 1,5% del PIB para el próximo año.

La última reforma fiscal data de hace una década, cuando el ex presidente Enrique Peña Nieto subió los impuestos a las rentas más altas y se impusieron nuevos gravámenes a los refrescos, la comida basura y los beneficios de los mercados financieros.

Durante su gobierno, López Obrador consiguió aumentar los ingresos fiscales tomando medidas drásticas contra la evasión y obligando a las grandes empresas a resolver litigios fiscales por valor de miles de millones de dólares. Eso trajo un aumento de 48% en los ingresos fiscales en términos nominales de 2018 a 2023, pero los expertos advierten que no es una política repetible.

"Hace seis años había espacio para ahorros por el lado del gasto y mejoras en la capacidad del Estado para recaudar impuestos", dijo el ex subgobernador del Banco de México Gerardo Esquivel el mes pasado en una mesa redonda organizada por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Ahora, añadió Esquivel, el nuevo presidente tendrá que encontrar soluciones diferentes a un enigma presupuestario que se agrava.

La recaudación fiscal de México sigue estando muy por detrás de la de sus homólogos, ya que en 2022 sólo representaba el 16,9% del PIB, muy por debajo del 34% de media de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México forma parte. Aún más sorprendente, México se situó por debajo de la media del 21,5% entre los países de América Latina.

El politólogo Dworak advirtió que sin los medios para pagar una expansión del programa social, las promesas del presidente electo son ilusiones, algo parecido a "cartas a Santa Claus".

(1 dólar = 16,9636 pesos mexicanos)