La votación del domingo, que se retrasó desde su fecha original del 25 de febrero, transcurrió sin incidentes y los partidarios del candidato de la oposición, Bassirou Diomaye Faye, celebraron en las calles durante la noche cuando los resultados preliminares le colocaron firmemente en cabeza.

El lunes, tanto el rival de Faye en la coalición gobernante, Amadou Ba, como el presidente saliente, Macky Sall, felicitaron a Faye por haber ganado las elecciones, antes de que se conocieran los resultados oficiales de la comisión electoral.

"Organizadas en condiciones poco habituales y habiendo superado mil dificultades, las elecciones presidenciales del 24 de marzo quedarán en nuestra historia política como unas de... las más transparentes, pacíficas y sinceras", declaró Sall.

"El pueblo de Senegal cimentó la buena salud de nuestra democracia".

Estas palabras fueron pronunciadas por el mismo hombre que en febrero intentó aplazar las elecciones 10 meses unas horas antes del inicio de la campaña, reavivando los temores sobre un retroceso democrático en una región que ha sido testigo de ocho golpes militares en tres años.

Senegal ya se había visto sacudido por protestas mortales entre 2021 y 2023, en parte relacionadas con el temor a que Sall utilizara los cambios en la constitución para prolongar su permanencia en el poder, como habían hecho otros presidentes de África Occidental antes que él.

La decisión de aplazar la votación provocó más manifestaciones y corrió el riesgo de sumir a Senegal en el caos, según Babacar Ndiaye, analista y director de investigación del think tank de África Occidental Wathi.

Pero tras semanas de tensión y otros dos intentos de aplazar la votación y prorrogar el mandato de Sall -todos ellos rechazados por el Consejo Constitucional y el Tribunal Supremo de Senegal- millones de personas acudieron tranquilamente a las urnas el domingo. No se registraron incidentes de importancia.

"Cada vez que Senegal ha estado al borde del precipicio, el país ha conseguido retroceder, lo que es un testimonio de la fuerza de su democracia", declaró Ndiaye a Reuters.

"Lo que vi ayer no lo había visto antes. La gente quería votar y hacer oír su voz. La cuestión del intento de aplazamiento dejó un sabor amargo", añadió.

PRÓXIMA PRUEBA EN SUDÁFRICA

Aunque muchos observadores esperarán a ver cómo se toman los partidarios de Sall la derrota de su candidato, los acontecimientos hasta ahora han vuelto a distinguir a Senegal en un continente que tiene un historial de elecciones polémicas, que a menudo culminan en violentos disturbios.

En las recientes votaciones celebradas en Nigeria, Kenia y la República Democrática del Congo, los candidatos perdedores rechazaron los resultados. La próxima gran prueba para la democracia en el continente será la votación parlamentaria en Sudáfrica el 29 de mayo, en la que se espera que el CNA pierda su mayoría por primera vez desde el fin del apartheid en 1994.

Senegal también destaca en una región que ha visto cómo multitudes enfervorizadas salían a las calles para celebrar la toma del poder por sus militares en Níger, Burkina Faso, Malí y Guinea, donde el apoyo a la democracia ha caído en picado durante la última década, según los datos del Afrobarómetro.

Estos países han visto crecer la influencia de Rusia a expensas de aliados tradicionales como Francia y Estados Unidos, y también están luchando contra militantes yihadistas.

"Las instituciones del país, en particular el Consejo Constitucional, salvaron el proceso electoral, y algunos dicen que salvaron la democracia de Senegal", afirmó Ndiaye.

Sall fue aupado al poder en 2012 por una ola de apoyo popular que desde entonces se ha agriado.

El encarcelamiento de aspirantes de la oposición, la represión de las protestas y las medidas para limitar el diverso panorama mediático de Senegal habían llevado a Human Rights Watch a cuestionar el compromiso de las autoridades con la celebración de unas elecciones libres y justas.

El comentarista político Ibou Fall declaró a Reuters que Senegal tiene un historial de resistencia a los intentos de manipular sus instituciones, citando la reacción pública de 2011 cuando el ex presidente Abdoulaye Wade intentó cambiar la Constitución.

"En realidad, la reputación de Senegal como democracia ha sido puesta a prueba regularmente desde su independencia (de Francia en 1960)", dijo Fall. "Pero ha resistido".