El joven de 19 años era uno de los 174 rohingya supervivientes en el sobrecargado barco pesquero de madera cuando llegó a las costas de la provincia indonesia de Aceh esta semana. Unos 200 iban a bordo, huyendo de la pobreza y la persecución, cuando zarpó por el océano Índico desde Bangladesh el 21 de noviembre.

De los 20 o más que murieron en el trayecto, algunos saltaron al agua desesperados después de que el barco se averiara y empezara a ir a la deriva, temiendo que se hundiera.

"Tres hombres saltaron porque no podían soportar el hambre. Después de 12 días empezó a entrar agua en el barco", dijo Fatimah a Reuters.

"Había cuerpos flotando en el agua, aquí y allá. No podíamos hacer nada".

Los rohingya son un pueblo musulmán procedente de Myanmar, mayoritariamente budista, donde llevan mucho tiempo sufriendo represión.

Desde la represión del ejército de Myanmar en 2017, unos 800.000 se han visto obligados a desplazarse a Bangladesh, según calculan las autoridades de la ONU, pero miles han huido de las condiciones cada vez más desesperadas de los campos de refugiados de ese país.

Muchos intentan llegar a Indonesia, de mayoría musulmana, donde según la agencia de la ONU para los refugiados casi 500 rohingya han llegado a tierra en las últimas seis semanas, o a Malasia.

Las autoridades indonesias les han estado proporcionando asistencia médica, alimentos y refugio temporal, al tiempo que colaboran con las agencias mundiales de refugiados para averiguar su situación legal.

Fatimah espera ahora reunirse con sus familiares en Malasia, pero no sabe cómo ni cuándo.

"Sólo quiero vivir cómodamente", dijo. "Espero poder vivir bien y estar segura aquí".