El número de personas que se enfrentan al hambre durante la temporada de escasez de junio-agosto se ha cuadruplicado en los últimos cinco años, dijeron, señalando que los desafíos económicos como la inflación de dos dígitos y el estancamiento de la producción local se han convertido en los principales impulsores de la crisis, más allá de los conflictos recurrentes en la región.

Entre los países más afectados se encuentran Nigeria, Ghana, Sierra Leona y Malí, donde es probable que unas 2.600 personas de las zonas septentrionales padezcan un hambre catastrófica, señalaron en un comunicado conjunto el Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU para la infancia UNICEF y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

"El momento de actuar es ahora. Necesitamos que todos los socios den un paso adelante... para evitar que la situación se descontrole", declaró Margot Vandervelden, directora regional en funciones del PMA para África Occidental.

Debido a la escasez de alimentos, la malnutrición es alarmantemente alta, según las agencias, que estiman que 16,7 millones de niños menores de cinco años sufren malnutrición aguda en toda África Occidental y Central.

La fuerte dependencia de la región de las importaciones de alimentos ha agravado la situación, sobre todo para los países que luchan contra una elevada inflación, como Ghana, Nigeria y Sierra Leona.

Deben introducirse políticas para impulsar y diversificar la producción local de alimentos "para responder a la inseguridad alimentaria y nutricional sin precedentes", aseguró Robert Guei, Coordinador Subregional de la FAO para África Occidental.