Esta semana, mientras el amo del Kremlin acaba de recibir una orden de detención internacional, Xi Jinping optó por visitar a su vecino y homólogo ruso. Si el objetivo de la visita era recordar al mundo el apoyo de Pekín a Rusia, fue un éxito. Un apoyo, ciertamente, pero no inquebrantable ni incondicional. 

En términos de cooperación entre los dos gigantes, Xi Jinping y Vladimir Putin declararon avances en el proyecto de un nuevo gasoducto entre sus dos países. Pero en el plano internacional, China quiere mantener su línea en el conflicto ucraniano, es decir, una forma de neutralidad, negándose a entregar armas o tecnología a Rusia y evitando cuidadosamente las sanciones occidentales. 

Porque Xi Jinping ve más allá de Rusia: quiere establecer su poder e influencia en todo el mundo no occidental, es decir, proponer una alternativa a los países que no se alinean con la filosofía estadounidense. Desde esta perspectiva, aunque el apoyo de Rusia (debilitada) es útil, no es esencial para el plan a largo plazo del Reino Medio.

 

Dibujo de Amandine Victor para MarketScreener