JERUSALÉN, 31 dic (Reuters) - La israelí Maya Regev yacía malherida en una casa de Gaza, con una pierna destrozada por un disparo y con órdenes de no hacer ruido.

La joven de 21 años suplicó a sus captores que dejaran que su hermano menor, Itay, que estaba retenido en una habitación cercana, se reuniera con ella mientras le cambiaban los vendajes de la pierna.

Fue días después de que los combatientes de Hamás arrasaran el sur de Israel en una matanza y toma de rehenes el 7 de octubre que desencadenó la guerra en Gaza.

Los hermanos resultaron heridos de bala cuando intentaban huir de un festival de música al aire libre convertido en campo de exterminio. Los metieron en una camioneta y se los llevaron junto con su amigo Omer Shem Tov.

"Itay y Omer entraron. Y me empezaron a quitar las vendas. Yo gritaba y Omer me cogía la mano y me tapaba la boca", recordaba Maya entre lágrimas durante una entrevista con Uvda, un programa de actualidad del Canal 12 de la televisión israelí.

Itay, de 18 años, contó cómo días antes un "médico asustado y sudoroso" le extrajo dolorosamente la bala de la pierna sin anestesia, mientras le ordenaban que guardara silencio o lo matarían.

La herida de Maya era más grave y cuenta que finalmente la llevaron a escondidas a un hospital de Gaza. Con una cirugía le volvieron a colocar el pie, pero de lado, en un ángulo antinatural. Dio su entrevista en una silla de ruedas, con la pierna escayolada.

Los hermanos Regev fueron parte de los más de 100 rehenes liberados en un alto el fuego de una semana a finales de noviembre. Shem Tov sigue cautivo junto con casi 130 personas más. Algunos han sido declarados muertos en ausencia por las autoridades israelíes.

Mientras recibía tratamiento en el hospital, Maya dijo que la habían mantenido cerca de otro rehén israelí herido, Guy Iluz. Los dos hablaban de volver a casa: qué harían, qué comerían. Pero Iluz murió en el hospital.

"Al principio me negué a creerlo. Antes de que se lo llevaran dije que tenía que ver si realmente era él. Tengo el deber de ir a hablar con su familia cuando esto acabe. Soy la única persona que sabía lo que le había pasado de verdad".

Itay contó que, mientras tanto, a él y Omer los llevaron a otra casa y los obligaron a vestirse como mujeres musulmanas para que no los reconocieran al caminar en la oscuridad de la noche.

Desde el hospital, Maya escribió una nota a su hermano y a Omer y pidió que se la entregaran. Dijo que discutió con sus captores, exigiendo que le contestaran.

Itay la recibió. "Vinieron una vez con una nota de Maya, en la que me escribía dónde está, por lo que está pasando. Decía que me quería, me pedía que me mantuviera fuerte, por la familia, por todos", dijo.

Él envió una respuesta. "Me trajeron una nota que ellos (Itay y Omer) me escribieron, y supe que era realmente de ellos porque reconocí la letra y mi hermano me llamaba por mi apodo", dijo Maya.

Los Hermanos continuaron carteándose. "Esas notas me daban mucha fuerza, en los momentos en que me sentía sumergirme en malos pensamientos, simplemente sostenía la nota de Maya, la leía como 10 veces, y me daba fuerzas", dijo Itay.

Desde el breve cese al fuego, Israel ha seguido adelante con su devastadora campaña en Gaza, afirmando que la presión militar es necesaria para liberar a los rehenes restantes.

Los bombardeos aéreos y de artillería israelíes han matado a más de 21.800 personas, según las autoridades sanitarias de Gaza -se teme que muchas más hayan fallecido entre los escombros-, y han expulsado de sus hogares a casi todos sus 2,3 millones de habitantes del enclave.

Mediadores qataríes y egipcios han intentado llegar a un acuerdo que incluya una pausa en los combates y la liberación de más rehenes.

Itay fue separado de su amigo, sólo para enterarse más tarde de que había sido incluido en la lista de rehenes que iban a ser liberados.

"Si hubiera sabido que iba a volver a casa, puedo decirte que probablemente no habría aceptado irme sin Omer", dijo.

Su historia aún no ha terminado, añadió. "Aunque Maya y yo estemos en casa, Omer sigue allí"

(Reporte de Ari Rabinovitch; Editado en español por Javier Leira)