GAZA, 7 dic (Reuters) - Tras dos meses de guerra en Gaza, la mayoría de sus habitantes se han quedado sin hogar, hacinados por el intenso bombardeo israelí en zonas cada vez más pequeñas de un enclave ya de por sí minúsculo, donde ancianos y recién nacidos viven por igual en tiendas de campaña en medio de los escombros.

Tres mujeres expulsadas de sus hogares en la Franja de Gaza durante 61 días de combates están desesperadas por encontrar refugio y seguridad tras huir de un lugar a otro bajo los ataques aéreos y los bombardeos.

Zainab Khalil, de 57 años, intenta desplazarse por cuarta vez mientras los tanques israelíes avanzan hacia la ciudad meridional de Jan Yunis.

Israa al-Jamala, de 28 años, vive en una tienda de campaña cuidando a su hija, que nació la noche en que comenzó una breve tregua. Y Mai Salim camina junto a la frontera egipcia temiendo que ella y su familia se vean obligadas a cruzarla para vivir en el exilio permanente.

La mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza fueron sorprendidos por el repentino desastre que se desencadenó el 7 de octubre, cuando aviones israelíes empezaron a atacar en represalia por un ataque sorpresa de Hamás al otro lado de la frontera que, según Israel, mató a 1.200 personas, en su mayoría civiles.

El Ejército israelí ha prometido aplastar a Hamás, el movimiento islamista que gobierna Gaza y está comprometido con la destrucción del Estado judío, pero afirma que el grupo oculta sus armas, centros de mando y combatientes entre una población civil que utiliza como "escudos humanos". Hamás lo niega.

Cuatro quintas partes de los habitantes de Gaza han sido desplazados, muchos de ellos varias veces. Sus hogares, negocios, mezquitas y escuelas han sido dañados, destruidos o abandonados. Las autoridades sanitarias de Gaza, gobernada por Hamás, afirman que 17.177 personas han muerto en el enclave.

Los palestinos viven con escasos alimentos o agua potable, a menudo en la calle, tratando de calmar a los niños que gritan por la noche mientras caen las bombas y los proyectiles.

"Una madre debería estar en su casa criando a su hijo con su madre, con su familia", dijo Jamala, acunando a su pequeña hija, también llamada Israa, entre las tiendas de campaña que han surgido alrededor de un hospital en Deir al-Balah, en el centro de Gaza.

Después de que bombardearon la casa de Jamala, la familia se trasladó al campamento improvisado frente al hospital Shuhada al-Aqsa. La pequeña Israa nació allí el 24 de noviembre, la noche en que se inició una tregua de una semana que hizo concebir esperanzas de que el conflicto pudiera remitir.

Pero al cabo de una semana, los combates se reanudaron y la familia permanece en la tienda, con una alfombra cubriendo la arena e Israa durmiendo en un pequeño catre.

Como otros habitantes de Gaza, tienen enormes dificultades para encontrar comida y otros artículos de primera necesidad. "No hay leche. No hay leche en polvo", dice Jamala.

Incluso cuando por fin termine la guerra, no sabe qué hará, ya que su casa fue bombardeada. "¿Dónde nos quedaremos? ¿Dónde criaremos a este bebé? ¿Dónde podremos vivir?".

BOMBARDEOS

Khalil vivía en Sheikh Radwan, un suburbio de la ciudad de Gaza cercano al campo de refugiados de Beach, en el norte del enclave. Israel empezó a decir a los residentes que se fueran al sur a mediados de octubre, aunque continuó con los ataques aéreos en todo el territorio.

Ella no quería marcharse, y dijo que fue la decisión más difícil de su vida. Finalmente se trasladó a un refugio cercano donde pensó que estaría más a salvo de los bombardeos, pero al intensificarse los ataques aéreos durante 10 días decidió marcharse.

Cuando las tropas israelíes penetraron en la ciudad de Gaza y rodearon el hospital Al Shifa, se dirigió hacia el sur con una amiga y su familia, alternativamente caminando y montada en un carro tirado por un burro.

Cuando cruzaron una línea del frente, los soldados israelíes les ordenaron "caminar un poco y parar, caminar y parar" durante cuatro horas, relató.

Acabó viviendo en una escuela de Jan Yunis que se utilizaba como refugio para unos 30 desplazados, donde ya habían ido a parar algunas de sus sobrinas. "En esta guerra, quien no muere por las bombas muere por las enfermedades, la tristeza y la desesperación", afirmó.

Pero el Ejército israelí está ordenando ahora a la población de Jan Yunis que también se marche, por lo que una vez más Khalil debe buscar un nuevo lugar donde quedarse.

La única ciudad importante a la que puede huir es Rafah, pegada a la frontera con Egipto.

La mayoría de los habitantes de Gaza descienden de refugiados que huyeron o se vieron obligados a abandonar sus hogares en lo que hoy es Israel durante la guerra de 1948, y temen acabar de nuevo como refugiados, obligados a abandonar Gaza.

(Reporte de Doaa Rouqa y Fadi Shana, escrito por Angus McDowall. Editado en español por Javier Leira)