El gobierno está en conversaciones activas con representantes de Sicomines, una empresa conjunta de cobalto y cobre con empresas estatales chinas, así como con la mina masiva de cobre y cobalto Tenke Fungurume (TFM) del grupo chino CMOC Group Ltd, dijo Kazadi por videoconferencia desde el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.

"Es importante que tengamos un acuerdo claro porque es lo que tenemos ahora para financiar nuestro desarrollo", dijo.

El gobierno del presidente Felix Tshisekedi ha estado revisando un acuerdo alcanzado en 2007 por su predecesor Joseph Kabila por el que Sinohydro Corp y China Railway Group Limited acordaron construir carreteras y hospitales a cambio de una participación del 68% en la empresa Sicomines, así como un contrato de 2008 con CMOC.

"Ya tenemos un marco, tenemos algunos elementos clave de cambio que queremos aportar en ese acuerdo", dijo Kazadi sobre Sicomines, aunque declinó dar más detalles.

Refiriéndose a los retos del vasto sector minero a pequeña escala del Congo, Kazadi afirmó que una empresa conjunta recientemente anunciada con los Emiratos Árabes Unidos, diseñada para acabar con el movimiento ilícito de metales preciosos del país, suponía un cambio en las reglas del juego.

"En sólo cinco días han conseguido quemar y exportar 27 kilogramos", dijo Kazadi, hablando de la empresa conjunta que pertenece en un 55% a los Emiratos Árabes Unidos y el resto a Kinshasa.

Los países situados a lo largo de la frontera oriental del Congo han sido durante mucho tiempo conductos de oro por valor de miles de millones de dólares extraído con medios rudimentarios por los llamados mineros "artesanales".

"Cambiará completamente la situación en Ruanda, y ésta es una de las razones por las que Ruanda está absolutamente enfadada con nosotros, están luchando contra nosotros, ésa es la realidad", afirmó Kazadi.

A finales del año pasado, se intensificaron los combates en el este del Congo entre el ejército congoleño y el grupo rebelde M23, lo que provocó una ruptura diplomática entre las dos naciones, ya que el Congo acusó a la vecina Ruanda de respaldar al M23, algo que Kigali niega.

El conflicto también ha afectado a las finanzas del Congo, ya que en 2022 los gastos de emergencia representarán hasta el 12% del gasto público total y superarán el umbral del 10% por primera vez en años, según Kazadi.

Preguntado por las preocupaciones planteadas por el Fondo Monetario Internacional sobre el creciente gasto de emergencia del Congo, Kazadi dijo que el país tenía "muchos gastos relacionados con la guerra y el FMI, ellos lo saben".

El gobierno de Kinshasa también espera llegar a "un acuerdo antes de abril" sobre la financiación de hasta 1.000 millones de dólares del Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (RST, por sus siglas en inglés) del FMI.

"Estamos trabajando con el FMI para encontrar un buen programa con buenos objetivos", dijo Kazadi, añadiendo que el mecanismo de préstamo para la preparación ante el clima y las pandemias debería centrarse en la selva tropical, el agua y la energía.

El Congo, dijo, también está explorando la posibilidad de solicitar la ventanilla de choque alimentario del FMI, un programa de financiación de emergencia que el prestamista con sede en Washington lanzó el año pasado para ayudar a los países que se enfrentaban a choques de precios alimentarios tras la invasión de Rusia en Ucrania. Kinshasa aspira a acceder a 200-300 millones de dólares.

El Congo también está en conversaciones con sus asesores financieros sobre la posibilidad de recurrir a los mercados internacionales de deuda, concretamente emitiendo deuda vinculada a los esfuerzos de preservación de la selva tropical, los llamados bonos verdes.

"Queríamos hacerlo el año pasado, pero era demasiado pronto. Este año creo que saldrá alguna iniciativa", dijo Kazadi.