El borrador del plan de la UE, publicado a finales del año pasado, que clasificaría las inversiones en parte del gas natural y la energía nuclear como sostenibles desde el punto de vista medioambiental, ha dividido la opinión en el bloque de 27 miembros de la UE y entre los inversores.

Francia, sede de una industria nuclear de importancia mundial, apoyó la clasificación de la energía nuclear como sostenible.

Algunos miembros de la comunidad inversora también afirman que etiquetar la energía nuclear y el gas natural como inversiones ecológicas ayudaría a la evolución hacia un bajo nivel de emisiones de carbono al fomentar la financiación de instalaciones para desvincular a los países de los combustibles más sucios, principalmente el carbón.

Pero Alemania, que decidió abandonar por completo la energía nuclear tras la catástrofe nuclear de Fukushima en 2011, se opuso a la medida, alegando que la energía nuclear era cara y creaba un gran problema sobre cómo almacenar los residuos radiactivos.

"Dada la importancia de estas cuestiones, tiene que haber una consulta pública y un proceso legislativo adecuado", dijo a Reuters Steffi Lemke, miembro de los ecologistas Verdes.

"Es la única forma de garantizar una participación adecuada del público, los Estados miembros y el Parlamento Europeo".

El conjunto de normas de la UE, conocido como taxonomía, pretende normalizar los distintos enfoques para canalizar la inversión, ya que la UE pretende reducir las emisiones de carbono a cero neto para 2050.

Austria y Luxemburgo ya han presentado recursos legales contra la decisión de la Comisión Europea, que aún debe ser debatida y ratificada por los Estados miembros de la UE.

La comisaria europea de Mercados Financieros, Mairead McGuiness, declaró anteriormente al diario Frankfurter Allgemeine que no habría cambios fundamentales en la taxonomía, afirmando que el margen de maniobra de la Comisión era limitado.