El presidente de Comoras, Azali Assoumani, prometió el domingo trabajar por la paz y hacer crecer rápidamente la economía al jurar su cuarto mandato, tras unas tensas elecciones celebradas en enero que, según sus oponentes, estuvieron manchadas por el fraude electoral.

Una persona murió y al menos 25 resultaron heridas en las violentas protestas que estallaron en el país, un grupo de tres islas frente a la costa de Mozambique, después de que el organismo electoral le declarara reelegido para otro mandato de cinco años con el 63% de los votos.

Comoras, con una población de unos 800.000 habitantes, ha sufrido una veintena de golpes o intentos de golpe desde que se independizó de Francia en 1975 y es una importante fuente de migración irregular hacia la cercana isla francesa de Mayotte.

Los líderes de la oposición afirmaron que la última votación presidencial estuvo amañada, alegando casos de relleno de papeletas y de finalización de la votación antes de la hora oficial de cierre. El gobierno negó estas afirmaciones.

"Las disputas tras las elecciones no son una excepción comorana. Agradezco a los comodorenses la confianza renovada, no les defraudaré", declaró Assoumani, ataviado con una banda verde y amarilla, en una ceremonia celebrada en un estadio de la capital, Moroni.

"Tras esta toma de posesión, invito a la sociedad civil, a la oposición y a todos los actores políticos a dejar de lado las diferencias en favor de la paz y la democracia", declaró el antiguo oficial del ejército, añadiendo que haría crecer la economía a un ritmo del 5% anual.

Assoumani llegó al poder por primera vez mediante un golpe de Estado en 1999. Abandonó el poder en 2002 y ganó las elecciones 14 años después. Las reformas constitucionales de 2018 eliminaron el requisito de que la presidencia rotara entre sus tres islas principales cada cinco años, lo que permitió a Assoumani presentarse a la reelección en 2019.