Carlos sucedió a su madre, la reina Isabel, cuando ésta murió el pasado septiembre y, a sus 74 años, se convertirá en el monarca británico de más edad al que se le coloque en la cabeza la Corona de San Eduardo, de 360 años de antigüedad, mientras se sienta en un trono del siglo XIV en la Abadía de Westminster de Londres.

Observado por un centenar de jefes de Estado y dignatarios, incluida la primera dama estadounidense, Jill Biden, Carlos sigue a 40 predecesores en ser coronado en la abadía, que ha sido escenario de todas las coronaciones del país desde Guillermo el Conquistador allá por 1066.

Su segunda esposa Camilla, de 75 años, también será coronada reina durante la ceremonia de dos horas que, aunque arraigada en la historia, intentará presentar una monarquía y una nación con visión de futuro.

"Ningún otro país podría ofrecer un espectáculo tan deslumbrante: las procesiones, la pompa, las ceremonias y las fiestas callejeras", declaró el Primer Ministro Rishi Sunak.

"Es una orgullosa expresión de nuestra historia, cultura y tradiciones. Una vívida demostración del carácter moderno de nuestro país. Y un apreciado ritual a través del cual nace una nueva era".

A pesar del entusiasmo de Sunak, la coronación tiene lugar en medio de una crisis del coste de la vida y del escepticismo de la opinión pública, sobre todo entre los jóvenes, acerca del papel y la relevancia de la monarquía y de los interrogantes sobre sus finanzas.

El acto del sábado será a menor escala que el que se organizó para la reina Isabel en 1953, pero seguirá aspirando a ser espectacular, con un despliegue de galas históricas, desde orbes dorados y espadas enjoyadas hasta un cetro que sostiene el diamante de talla incolora más grande del mundo.

Tras el servicio, Carlos y Camilla partirán en la carroza de Estado dorada de cuatro toneladas que se construyó para Jorge III, el último rey de las colonias americanas de Gran Bretaña, y regresarán al palacio de Buckingham en una procesión de una milla en la que participarán 4.000 militares de 39 naciones con uniformes ceremoniales.

Será el mayor espectáculo de este tipo en Gran Bretaña desde la coronación de la madre de Carlos. Se espera que miles de personas se agolpen en las calles y que millones lo vean en casa y en todo el mundo.

Los organizadores han tomado "lo mejor" de anteriores coronaciones, celebraciones del jubileo y de la procesión fúnebre de la difunta reina para preparar un evento espectacular, dijo un portavoz del Ministerio de Defensa.

PROTESTAS

Al comienzo de las ceremonias, Carlos y Camilla viajarán desde el palacio de Buckingham hasta la abadía en el moderno autocar del Jubileo de Estado de Diamante, y el servicio comenzará a las 1000 GMT.

Se cruzarán con multitudes que les aclaman, pero también con lo que los antimonárquicos dicen que será la mayor protesta organizada por los republicanos. Más de 11.000 policías estarán de servicio listos para acabar con cualquier intento de perturbación.

Una vez en la abadía, gran parte de la ceremonia contará con elementos que los antepasados de Carlos, remontándose hasta el rey Edgar en el año 973, reconocerían, según las autoridades. El himno de coronación de Haendel "Zadok El Sacerdote" se cantará como se ha hecho en todas las coronaciones desde 1727.

Pero habrá elementos nuevos, como un himno compuesto por Andrew Lloyd Webber, famoso por sus espectáculos teatrales del West End y Broadway, y un coro de gospel.

Es un servicio cristiano pero habrá un saludo "sin precedentes" de líderes de otras religiones y el nieto de Carlos, el príncipe Jorge, y los nietos de Camilla actuarán como pajes.

Sin embargo, no habrá ningún papel formal ni para el hijo menor de Carlos, el príncipe Harry, tras su sonada ruptura con su familia, ni para su hermano, el príncipe Andrés, que se vio obligado a abandonar sus funciones reales por su amistad con el fallecido financiero estadounidense Jeffrey Epstein, un delincuente sexual convicto.

Carlos prestará juramento de gobernar con justicia y defender la Iglesia de Inglaterra -de la que es cabeza titular- antes de la parte más sagrada de la ceremonia, cuando sea ungido en las manos, la cabeza y el pecho por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, con óleo santo consagrado en Jerusalén.

Después de que Carlos reciba las galas simbólicas, Welby le colocará la Corona de San Eduardo en la cabeza y la congregación gritará "Dios salve al Rey".

A continuación, su hijo mayor y heredero, el príncipe Guillermo, le rendirá homenaje, arrodillándose ante su padre, colocando sus manos entre las del rey y prometiendo su lealtad como "su señor de vida y muerte".

ALLEGANCIA

Welby pedirá a todos los presentes en la abadía y en toda la nación que juren lealtad a Carlos, un nuevo elemento de la coronación, que sustituye al homenaje que tradicionalmente juraban los duques y pares del reino de mayor rango.

Sin embargo, esto ha causado controversia, con el grupo antimonárquico República calificándolo de ofensivo, obligando a Welby a aclarar que se trata de una invitación y no de una orden.

Tras regresar al palacio de Buckingham, la realeza hará su tradicional aparición en el balcón, con un sobrevuelo de aviones militares.

También al modo tradicional británico, el tiempo en Londres podría presentar fuertes ráfagas de lluvia, según los meteorólogos, lo que podría significar un desfile aéreo reducido o incluso cancelado.

Las celebraciones continuarán el domingo con fiestas en las calles de todo el país y un concierto en la residencia del rey en el castillo de Windsor, y el lunes, cuando miles de organizaciones participen en proyectos de voluntariado.

La reina Isabel dijo en un documental de televisión hace cinco años que su coronación marcó el verdadero comienzo de su vida como soberana.

"Es una especie de desfile de la caballerosidad y de la forma anticuada de hacer las cosas", dijo.