Neutrales durante toda la Guerra Fría, la decisión de Suecia y Finlandia de ingresar en la OTAN es uno de los cambios más significativos en la arquitectura de seguridad europea desde hace décadas, y refleja un cambio radical en la opinión pública de la región nórdica desde la invasión rusa del 24 de febrero.

"Este es un momento histórico, que debemos aprovechar", dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una breve ceremonia en la que los embajadores sueco y finlandés ante la alianza entregaron sus cartas de solicitud, cada una en una carpeta blanca con el relieve de su bandera nacional.

"Acojo con gran satisfacción las solicitudes de Finlandia y Suecia para ingresar en la OTAN. Son nuestros socios más cercanos y su ingreso en la OTAN aumentará nuestra seguridad compartida", dijo Stoltenberg. La alianza considera que la adhesión de Finlandia y Suecia la reforzaría enormemente en el Mar Báltico.

Una vez presentadas formalmente las solicitudes, los países nórdicos y sus numerosos apoyos se enfrentan ahora a unos meses inciertos en los que habrá que superar cualquier resistencia a sus candidaturas, ya que los 30 miembros de la OTAN deben aprobar la ampliación.

La ratificación por parte de todos los parlamentos aliados podría llevar hasta un año, según los diplomáticos.

Turquía ha sorprendido a sus aliados en los últimos días al decir que tenía reservas sobre la adhesión de Finlandia y Suecia, afirmando que ambos países albergan a individuos vinculados a grupos que considera terroristas y arremetiendo contra los embargos de exportación de armas que se le impusieron tras su incursión en Siria en 2019.

Stoltenberg dijo el miércoles que creía que las cuestiones podían resolverse.

"Estamos decididos a trabajar en todas las cuestiones y llegar a conclusiones rápidas", dijo Stoltenberg, señalando el fuerte apoyo de todos los demás aliados.

Tratando de hacer avanzar el proceso de adhesión, el ministro de Defensa sueco ya se ha dirigido a Washington y le seguirán la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, y el presidente finlandés, Sauli Niinisto, a finales de esta semana.

Los países esperan que una rápida ratificación por parte de Estados Unidos, la primera potencia de la alianza, les ayude a allanar su camino hacia la adhesión, ya que la Casa Blanca ha dicho que confía en poder superar cualquier obstáculo.

La decisión de buscar un lugar bajo el paraguas de la OTAN representa un revés para Moscú, ya que la guerra en Ucrania ha desencadenado el mismo tipo de ampliación de la alianza en las fronteras de Rusia que tomó las armas para evitar.

Hasta el momento, la respuesta de Moscú ha sido inesperadamente apagada, habiendo advertido previamente de medidas de carácter "técnico-militar" y de que podría desplegar armas nucleares en su exclave europeo de Kaliningrado si los países se adhieren.

El presidente Vladimir Putin dijo el lunes que el ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN no suponía una amenaza para Rusia, pero advirtió que Moscú respondería si la alianza occidental potenciaba la infraestructura militar de los nuevos miembros nórdicos.