Las Naciones Unidas dicen que el llamamiento, que asciende a casi una cuarta parte del PIB del país, es el mayor jamás solicitado para un solo país y triplica la cifra que recibió en 2021, cuando el gobierno respaldado por Estados Unidos se derrumbó.

"Esta es una medida de parada, una medida de parada absolutamente esencial que ponemos hoy ante la comunidad internacional", dijo el jefe de la ayuda de la ONU, Martin Griffiths, a los periodistas en Ginebra.

"Sin que esto se financie no habrá futuro, necesitamos que esto se haga, de lo contrario habrá salidas, habrá sufrimiento".

La abrupta retirada de la ayuda exterior el año pasado tras la victoria de los talibanes en agosto dejó la frágil economía de Afganistán al borde del colapso, con un rápido aumento de los precios de los alimentos que provocó un hambre generalizada.

Las sanciones occidentales dirigidas a los talibanes también impidieron el paso de los suministros básicos de alimentos y medicinas, aunque esto ha disminuido desde entonces después de que el Consejo de Seguridad de la ONU y Washington aprobaran exenciones en diciembre.

Griffiths, que se ha reunido con funcionarios talibanes, dijo que el plan humanitario se había "calibrado cuidadosamente" para que la ayuda llegara directamente a las personas necesitadas y no a las autoridades.

Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, dijo que la mejora de la seguridad representaba una oportunidad para atraer a millones de personas desplazadas por el largo conflicto de vuelta a casa, y añadió que desde que los talibanes tomaron el poder, 170.000 ya habían regresado.

"El conflicto entre los talibanes y el gobierno anterior ha terminado y eso ha abierto un espacio de seguridad que creo que debemos aprovechar", dijo Grandi.

"Pero para ello necesitamos esos recursos que forman parte de este llamamiento".