El índice de gestores de compras (PMI) de S&P Global para el sector manufacturero, que representa alrededor del 10% de la economía griega, subió hasta 49,7 en septiembre desde 48,8 en agosto, marcando el tercer mes consecutivo de contracción.

Las lecturas por encima de 50 marcan expansiones de la actividad.

"Los fabricantes griegos redondearon un trimestre difícil registrando nuevos descensos de la producción y de los nuevos pedidos. Aunque las tasas de contracción se suavizaron respecto a agosto, la demanda de los clientes siguió siendo débil", declaró Sian Jones, economista de S&P Global.

El repunte de las presiones inflacionistas y las subidas de los costes de la energía y el transporte repercutieron en las ventas, añadió.

La producción volvió a descender en septiembre como consecuencia de la continua contracción de los nuevos pedidos. La menor producción estuvo vinculada a la debilidad de la demanda de los clientes y al impacto de la subida de los precios de venta en las compras de los clientes.

Los fabricantes recortaron personal por segundo mes consecutivo debido a las menores necesidades de producción, pero el descenso del empleo fue marginal en general.

Hubo una fuerte caída de los nuevos pedidos, con un ritmo de contracción más rápido que la media de la serie, pero atenuándose por segundo mes consecutivo. Los nuevos pedidos de exportación volvieron a disminuir a un ritmo modesto, según la encuesta.

"La presión sobre el gasto de los clientes se vio exacerbada por un aumento más rápido de los gastos de producción, poniendo fin así a un periodo de tres meses de suavización de las subidas de precios", declaró Jones.

En el frente de los precios, la tasa de inflación de los costes se aceleró y los gastos de explotación aumentaron tras las subidas de los precios de los materiales, el transporte, la energía y los combustibles. El ritmo de la inflación de los precios de los insumos fue históricamente alto.

Las empresas subieron notablemente sus precios en fábrica, repercutiendo los costes más elevados a los clientes.

"La repercusión de los mayores costes de la energía, el transporte y los materiales, junto con las subidas de los tipos de interés, son riesgos inflacionistas al alza que podrían ejercer una mayor presión al alza sobre los precios y actuar como un nuevo lastre para el crecimiento", afirmó Jones.