La lectura de la inflación intermensual, informada por la agencia de estadísticas INDEC, fue más fría que el 7,4% de julio, pero por encima del 6,6% previsto por la mediana de los analistas en un sondeo de Reuters.

El país sudamericano, gran productor de cereales, tiene una de las tasas de inflación más altas del mundo. La situación se ha visto agravada por el aumento de los costes mundiales de los alimentos y los combustibles y ha hecho mella en la popularidad del gobierno de centro-izquierda del presidente Alberto Fernández de cara a las elecciones del próximo año.

El gobierno ha presionado a los minoristas para que congelen algunos precios, y algunos supermercados han racionado las compras de productos básicos como la harina, el azúcar y la leche en un intento de controlar los precios. Sin embargo, los costes de las compras se han disparado.

"De una semana a otra, parece que se gasta el doble", dijo a Reuters Graciela Negretti, una jubilada de 67 años en Buenos Aires.

"Ayer fui al supermercado y volví a casa asqueada. Les dije a mis hijos que seguramente las cosas no podían aumentar tanto en pocos días".

La inflación en los 12 meses hasta agosto alcanzó el 78,5%, mientras que los precios subieron un 56,4% en los primeros ocho meses del año. Una encuesta del banco central pronosticó recientemente que Argentina terminaría el año con una tasa de inflación del 95%, mientras que algunos analistas privados prevén que llegará al 100%.

Lucía Estévez, de 38 años, diseñadora de interiores, dijo a Reuters que muchas personas no llegaban a fin de mes porque la inflación devaluaba sus salarios, obligando a la gente a recortar pequeños lujos de los que disfrutaba.

"Siempre estás tratando de mantenerte a flote", dijo. "Nunca te sobra nada para poder darte un capricho".