Un plan de la Unión Europea para cobrar a los proveedores de combustible por el CO2 emitido por los coches y la calefacción de los edificios se perfila como el elemento más polémico de una serie de políticas sobre el cambio climático que los Estados miembros del bloque están negociando este año.

Los responsables políticos de la UE propusieron en julio el nuevo mercado del carbono para el transporte y la calefacción, como parte de los planes para cumplir el objetivo de la UE en materia de cambio climático de reducir las emisiones netas en un 55% para 2030 respecto a los niveles de 1990.

Los países de la UE están negociando el paquete de medidas, que según Bruselas servirá tanto para luchar contra el cambio climático como para ayudar a reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos. La invasión de Ucrania por parte de Moscú ha puesto a los países en la tesitura de abandonar el petróleo, el carbón y el gas rusos en pocos años.

En una reunión de ministros de Medio Ambiente de los 27 países de la UE celebrada el jueves, países como Suecia, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Finlandia y Austria apoyaron el nuevo mercado de carbono.

"El comercio de emisiones a nivel europeo es nuestra herramienta más eficaz para mitigar las emisiones", dijo la ministra sueca del clima, Annika Strandhall. "No vemos ninguna alternativa plausible".

Polonia y Hungría se opusieron, mientras que Estados como Bélgica, Rumanía, la República Checa, España, Eslovaquia y Eslovenia plantearon sus dudas, todas ellas centradas en los posibles costes para los ciudadanos.

Los partidarios afirman que el mercado es necesario para reducir las emisiones del transporte -que han aumentado en los últimos años- y de los edificios europeos que consumen mucha energía, que si no se controlan podrían echar por tierra los objetivos del cambio climático.

Los escépticos advierten que podría aumentar la factura energética si los proveedores de combustible repercuten los costes del CO2 a los consumidores. El mercado no se pondría en marcha hasta 2026, pero el debate en torno a él se ha intensificado en los últimos meses en medio del aumento de los precios de la energía.

"Cualquier nuevo aumento artificial de los precios de la energía no es necesario ni aceptable", dijo el embajador de Hungría, Gabor Baranyai, y añadió que incluir la calefacción doméstica en el plan era una "línea roja".

La Comisión Europea ha propuesto utilizar los ingresos del mercado para apoyar a los hogares con bajos ingresos e invertir en el ahorro de energía y otras medidas para frenar las facturas.

Tanto la mayoría de los países de la UE como el Parlamento Europeo deben aprobar las nuevas políticas climáticas. Las propuestas políticamente sensibles pueden ser elevadas a los líderes de la UE, que toman las decisiones por unanimidad, lo que eleva el listón de la aprobación. (Reportaje de Kate Abnett; Edición de Nick Macfie)