Los cortes de electricidad de la "Etapa 6" suponen de seis a ocho horas diarias sin electricidad para la mayoría de los sudafricanos y requieren que se retiren de la red nacional hasta 6.000 megavatios (MW) de capacidad.

Son una importante fuente de frustración pública con el partido gobernante, el Congreso Nacional Africano, cuyo apoyo entre los votantes está en declive, y un freno para el crecimiento económico de la nación más industrializada de África.

Eskom tiene una capacidad nominal de generación de unos 46.000 MW, pero el miércoles más de 23.000 MW de esa cifra estaban fuera de servicio por averías o reparaciones programadas.

Eskom dijo en un comunicado que 11 de sus generadores habían sufrido averías desde el martes por la mañana.

La asediada empresa sudafricana suministra la gran mayoría de la electricidad del país, dependiendo principalmente de un envejecido parque de centrales eléctricas de carbón poco fiables y propensas a las averías.

El país fue testigo de más de 200 días de cortes de electricidad en 2022, la mayor cantidad en un año natural, y la situación podría empeorar aún más en 2023.

Desde que asumió el cargo en 2018, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha intentado reformar la endeudada Eskom para hacerla más eficiente, pero los avances han sido lentos.

El consejero delegado de Eskom, André de Ruyter, presentó su dimisión el mes pasado, convirtiéndose en el undécimo jefe que abandona la empresa en poco más de una década.

La policía está investigando si se intentó envenenar a de Ruyter, que ha llevado a cabo una campaña contra la corrupción y el comportamiento delictivo organizado, incluido el sabotaje de infraestructuras, en las plantas de Eskom.