Los elevados costes de la energía, la debilidad de la demanda mundial, un cambio disruptivo hacia las economías netas cero y la creciente competencia de China están planteando cuestiones existenciales para el modelo económico alemán.

Los directores generales y los grupos de presión empresariales afirman que su base industrial, históricamente fuerte, está a punto de resquebrajarse, un riesgo de "desindustrialización" que suele ir acompañado de peticiones de apoyo gubernamental.

Pero, ¿hasta qué punto es real este riesgo? He aquí algunos datos clave y cómo los interpretan los estrechos observadores de la economía alemana.

CONTRACCIÓN DE LA PRODUCCIÓN

Los datos mensuales de la producción industrial ofrecen las instantáneas más evidentes de la marcha del sector, y muestran un claro declive desde finales de 2017, agravado por la pandemia del COVID-19 y ahora por la guerra de Ucrania.

"En Alemania, está relativamente claro que la producción industrial seguirá siendo más baja que antes del aumento de los precios (de la energía) con la guerra de Ucrania", dijo Torsten Schmidt, economista del Instituto Leibniz de Investigación Económica RWI.

La producción industrial se refiere a la producción de los sectores manufacturero, energético y de la construcción. El indicador es un índice basado en un periodo de referencia y muestra los cambios en los volúmenes de producción.

Aunque este indicador ofrece la visión más actualizada de hacia dónde se dirige la industria, los economistas utilizan otras medidas para hacerse una idea más amplia de la tendencia.

EL VALOR AÑADIDO SE MANTIENE

Una de ellas es cuánto valor añade a la economía la industria manufacturera, y eso sólo ha caído ligeramente.

"Efectivamente, Alemania fabrica menos coches, produce menos otras cosas y exporta menos", afirma Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg. "Sin embargo, si nos fijamos en cuánto ganan realmente las empresas alemanas haciéndolo, el valor añadido por coche o por máquina ha subido".

Eso, sugiere Schmieding, demuestra que las empresas están ascendiendo en la escala de calidad. Otro factor es que, con las cadenas de suministro estiradas por las turbulencias comerciales de los últimos cinco años, las empresas se abastecen más de insumos en casa.

Con un 20%, la cuota de la industria manufacturera en la producción total de Alemania está muy por encima de la media del 16% de la Unión Europea y, con la excepción de Japón, es muy superior a la de las demás grandes economías del mundo.

"La tasa de la industria es en gran medida estable, constante en un nivel muy, muy alto", dijo el economista del Instituto Ifo Timo Wollmershaeuser. "No ha ocurrido nada en los últimos años que me preocupe".

EL EMPLEO DISMINUYE, PERO DESDE UNA BASE ALTA

Algunos economistas definen la desindustrialización como una pérdida significativa de trabajadores en el sector industrial.

Aunque los datos muestran una tendencia a la baja a largo plazo, la industria manufacturera sigue representando en Alemania el 27% del empleo total, frente al 32% de hace 20 años, según muestran las cifras de la Organización Internacional del Trabajo. Este porcentaje sigue siendo mucho mayor que en las demás grandes economías de la zona euro, con la excepción de Italia.

Aunque sostuvo que la caída no era lo suficientemente brusca como para sugerir una desindustrialización, Klaus-Juergen Gern, del Instituto de Economía Mundial de Kiel, reconoció que se trataba de una tendencia "en la que la producción emigrará o ha emigrado fuera de Alemania de forma permanente".

Wollmershaeuser, del Ifo, señaló que la escasez de mano de obra estaba fomentando la automatización que, a su vez, provocaba un descenso del empleo.

"Básicamente lo que esto significa es que el empleo puede caer pero la creación de valor puede seguir aumentando", dijo.

LA POLÍTICA DESANIMA

Las entradas globales de inversión extranjera directa en Alemania experimentaron un descenso del 12% en proyectos el año pasado, según una encuesta realizada por el grupo de servicios profesionales EY, superando el ritmo de descenso de la F.DI en el conjunto de Europa.

Asimismo, un estudio del Instituto Económico Alemán IW muestra que las empresas extranjeras sólo invertirán unos 22.000 millones de euros (24.000 millones de dólares) en Alemania en 2023, el nivel más bajo de los últimos 10 años.

"La política hace que sea cualquier cosa menos atractivo para las empresas invertir en Alemania", declaró Christian Rusche, economista del IW, sobre las disputas en materia de política industrial dentro de la coalición de socialdemócratas, verdes ecologistas y liberales proempresariales del canciller Olaf Stolz.

La falta de mano de obra cualificada también frena las decisiones de inversión. Las estimaciones oficiales alemanas sugieren que el país tendrá 7 millones menos de trabajadores cualificados en 2035, sobre una población activa de unos 46 millones.

EL RETO MÁS AMPLIO

Aunque los datos muestran una tendencia a la baja de la industria manufacturera a partir de una base mucho más elevada que en otras economías, los economistas coinciden en que la preocupación por la desindustrialización es -por ahora- exagerada.

Gern, del Instituto de Kiel, afirma que el país sigue una tendencia típica de las economías maduras de reducción de la parte de la producción industrial en la producción total.

"Todavía no podemos hablar de desindustrialización, pero existen retos estructurales", afirma, señalando la caída del 20% de la producción en los sectores intensivos en energía en 2023.

Tanto el ministro de Economía, Robert Habeck, como el ministro de Finanzas, Christian Lindner, reconocen que Alemania se enfrenta a problemas estructurales como emplazamiento empresarial, pero sus propuestas sobre cómo abordar los problemas del sector difieren.

Mientras que el ecologista Habeck propone subvenciones para fomentar las inversiones en tecnologías verdes, el liberal económico Lindner afirma que el país necesita menos burocracia.

(1 dólar = 0,9308 euros)